Ser humano
Comentario inicial de David Perdomo, en 'Hoy por Hoy Las Palmas'.
No soy padre y no sé si algún día lo seré, pero me imagino que tiene que ser una de las cosas más maravillosas que te puede regalar la vida. Sin ser padre, soy de esas personas a las que se le cae la baba cuando escucha a un bebé reír, cuando consigue dar su primer paso o cuando habla a media lengua. Y ya sé que no soy padre, ni soy quién para dar lecciones de cómo criar a un ser humano. Pero soy hijo y sé que un padre, un buen padre, de los que se merecen ser llamados como tal, son aquellos que sin pensarlo anteponen las necesidades de sus bebés a las suyas propias. Que son capaces de amar tanto que harían lo que fuera por sus pequeños, que no esperan que sus madres sean las únicas que se encarguen de su bienestar. Ser padre es proteger a tus hijos y nunca hacerles daño.
No soy padre, pero sí soy hombre, eso sí que me viene de nacimiento. Y con los años he desaprendido muchas cosas que me enseñó la sociedad sobre lo que significa ser hombre. Ni de lejos tengo que ser el más fuerte, ni el más agresivo, ni el más competitivo, ni el más rápido, ni tengo que liderar una manada, ni ser superior a ninguna mujer. Para ser hombre no hay que ser posesivo, ni enfadarte si tu expareja rehace su vida, ni sentirte dueño de ella ni de tus hijos. No, quizás eso sea cosa de animales, pero no de humanos. Afortunadamente se puede ser hombre sin ser una bestia. La masculinadad no es sinónimo de ser macho.
Y además de hombre soy, sobre todo, ser humano. Y fíjense que con los años me he dado cuenta de que la humanidad también debe enseñarse. No todos nacen con esos sentimientos que nos diferencian como especie. Y ejemplos, desgraciadamente, hay muchos. Ayer sumamos otro más. Porque por muy optimista que seas la realidad hace darte cuenta de que hay humanos malvados, hombres terroríficos, padres horribles. Y casi siempre esa maldad está relacionada con algo con lo que desgraciadamente todos nacemos: el machismo. Un mal que afecta a mujeres y hombres, pero que suelen ejercer los hombres sobre las mujeres y sobre las cosas que más aman, que para las madres normalmente son sus hijos.
Con el tiempo, con educación, aprendizaje y empatía, me he dado cuenta de que también soy feminista. Soy un ser humano y un hombre, que no es padre, que me encantaría vivir en un mundo menos malvado y más igualitario. Un mundo sin bestias, de esas que no se merecen ser llamado humanos, ni hombres, padres. Sólo luchando contra ellas conseguiremos que el odio jamás vuelva a ganar al amor.
