La importancia de "prevenir tanto el absentismo activo como pasivo" en la población gitana

Alerta sobre la desigualdad en el ámbito educativo. Y es que según apuntan desde Gaz Kaló, la situación socioeconómica y educativa previa familiar, condiciona la trayectoria educativa del alumnado. Realidad, dicen, es evidente en el caso de la población gitana, apunta Ricardo Hernández, coordinador.

En municipios como Andosilla, Azagra, Carcar y San Adrián, prácticamente 9 de cada 10 jóvenes gitanos no lograron acabar los estudios obligatorios. Ante esta situación ponen en marcha la figura del promotor escolar, experiencia tanto en los centros de primaria como en los institutos. Esther Aramendía, educadora de la mancomunidad, destaca la "importancia de prevenir tanto el absentismo activo como pasivo".

Tamara Borja, una de las madres que ha hecho uso del servicio, señala que "le ha servido de mucha duda cuando he tenido alguna duda. Como madre quiero que mis hijos estudien, se nota los resultados cuando ves que se adaptan a la convivencia de estar con sus amigos, de los estudios".

Según señalan "la situación socioeconómica y educativa previa familiar, condiciona la trayectoria educativa del alumnado. Para evitarlo, es preciso poner en marcha medidas intensas e integrales que compensen la pesada mochila de desigualdad con la que el alumnado de familias desfavorecidas accede al sistema educativo".

Así, en los municipios de Andosilla, Azagra, Carcar y San Adrián (Navarra) se ha desarrollado un estudio de seguimiento con jóvenes gitanos nacidos entre los años 1993-2002. El estudio ha sido desarrollado en alianza entre la Federación Gaz Kalo de asociaciones gitanas de Navarra, la UPNA y la Mancomunidad de Servicios Sociales de la zona, contando con la financiación del Departamento de Derechos Sociales de Navarra. "La fotografía que ofrece este estudio nos muestra una trayectoria educativa que comenzaba a resentirse ya desde primaria, precisando de adaptaciones curriculares, apoyos, refuerzos o medidas similares. No obstante, en esa etapa educativa también se observaban algunos resultados esperanzadores, como que el absentismo no era generalizado o que la satisfacción con la vida escolar era buena en general, y asimismo los datos de relación con el entorno comunitario son muy positivos, ya que casi nueve de cada diez participaban en actividades extraescolares (la mayor parte de ellas de la Red del Buen Trato a la infancia y adolescencia de la zona)".

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Sin embargo, el acceso a la etapa de educación secundaria supone un empeoramiento generalizado en todos los ámbitos. De hecho, prácticamente 9 de cada 10 jóvenes gitanos de la zona no lograron acabar los estudios obligatorios. "Esta dramática realidad, que condiciona notablemente las oportunidades de participación social de estos jóvenes, es preciso que sea reconducida por el sistema educativo con las cohortes posteriores de niños, niñas y adolescentes".

De hecho, en los últimos años se está desarrollando en la zona una experiencia de promoción escolar, tanto en los centros de primaria como en los institutos. El trabajo en red entre centros educativos, servicios sociales y asociaciones gitanas, así como la implicación de las familias gitanas, "es imprescindible para que esta enorme brecha de desigualdad desaparezca. Sin el compromiso y la constancia de todas las partes, el afrontamiento de este reto será imposible".