La Arandina se cae del ascenso de la forma más cruel
Cuando el cuadro ribereño vencía 2-0, a falta de diez minutos para el final, el arandino Alfredo Sualdea marcó dos grandes goles para forzar la prórroga, en la que el filial asestó un golpe final (2-3)
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Zazu intenta zafarse de dos rivales / Cadena SER
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Aranda de Duero
Salvo por aquello de los recuerdos de este último año y que todos los presentes portaban una mascarilla, cualquiera diría que una pandemia ha pasado por medio del mundo. Porque por suerte, los playoffs siguen siendo lo que eran. Pasión, contacto, lucha, emoción… Y ambiente. Y el millar y medio de aficionados que estuvieron presentes en el Montecillo dieron espectáculo del de las grandes citas, respondiendo la llamada de su equipo, y empujándolo para intentar pasar la primera de las tres rondas que separan a la Arandina del ascenso.
Y el primer hueso que estaba enfrente era un correoso Mirandés B. Un filial incómodo, que ha ido de menos a más esta temporada, y que evidentemente iba a dar guerra sobre el verde volteados por la ilusión de disputar su primer playoff. Lo puso difícil y mostró de la misma forma la fortaleza defensiva de una Arandina que repitió esquema y volvió a apostar por los tres centrales y dos carrileros.
Y aunque los locales salieron fuertes y con una gran presión sobre sus semejantes, el partido pronto igualó sus fuerzas entre dos rivales que, demostrando que estos playoffs son a un solo encuentro, lo dieron todo. Y así, con cuentagotas, llegaron las ocasiones. Primero fue Santín el que advirtió, y por el contrario instantes después Óscar en el 33’ con un disparo cruzado que salió lamiendo el poste de Álvaro.
Pero la primera fue para la Arandina. A unos minutos del descanso, un zapatazo desde la frontal de Barbero impactó en el larguero, pero Sagüés ahí estuvo para remachar a las mallas. 1-0. Un resultado favorable con el que se llegó al descanso, pero con todo un mundo por delante.
En la segunda, más de lo mismo. Dos equipos aguerridos que no se guardaban respeto. Y una Arandina que cerca estuvo de marcar el segundo con un remate de cabeza de Pesca que sacó Alberto muy acertado. Y como esto era un toma y daca, el filial mirandesista hizo lo propio. Álvaro tuvo que responder para llevar la tranquilidad a la grada… y el júbilo. Porque minutos después Diego Santín hacía el 2-0 en una jugada pareja a la del primer tanto. Centro de Samu Martínez, remate de Yako de cabeza al larguero y aprovechaba el delantero blanquiazul el rechace. 2-0. Y diez minutos por delante que darían para mucho.
Jarro de agua fría
Para dos goles del Mirandés, concretamente. Y el denominador común, un arandino para más inri. Alfredo Sualdea a la salida de un córner puso el 2-1. Quedaban cuatro más el descuento aún… Y volvió a aparecer Sualdea. A los dos minutos y con un disparo desde la frontal imparable a la escuadra, se ponía en tablas el choque. Y con esas, a la prórroga.
Fue un golpe anímico y físico. La Arandina no se esperaba ese devenir del cuentro, fruto de dos acciones aisladas e inesperadas en tan poco tiempo. Y eso dio alas a un Mirandés al que no le valía el empate al final del tiempo de prórroga. Por eso puso una marcha más ante un equipo noqueado que quería reaccionar.
El partido estaba roto y emocionante. Se lo podía llevar cualquiera. Primero avisó la Arandina con un intento de chilena de Barbero y una volea de Rashiti que salió fuera. Después… el Mirandés. Chabó y Sualdea no acertaron una doble ocasión clarísima a metros de la línea. Y aún quedaban los segundos quince minutos. Aproximaciones hubo en varias áreas… Pero quien perdona a veces vuelve y mata y eso lo hizo Oier, en el 110, marcando de cabeza un centro desde el costado derecho. 2-3. A partir de ahí, un partido aún más roto, un quiero y no puedo de la Arandina y un Mirándes que se llevó el gato al agua y que estará en la semifinal. Los de Álex Izquierdo no podrán decir lo mismo.
Crueldad
Quedan muchas imágenes negativas para el recuerdo. Pero que son ilustrativas y que sanarán. Lágrimas en muchos jugadores. Tristeza y gestos de perdón a una grada unida que al unísono cantaba 'Arandina'. Y las lágrimas más dolorosas, las de Álex Izquierdo. Un joven entrenador de la casa que siente a este club como pocos, y que no tiene que pedir perdón. Al revés, quizá es el resto quien tiene que darle las gracias. Por su perseverancia, su pasión, y la ilusión que siempre aporta a los suyos. El fútbol se la devolverá. Y a Aranda también.
La mejor forma de cerrar una crónica de un partido que se fue de un extremo a otro en solo unos minutos es con la frase que dejó uno de los directivos del club. Que "la Arandina hoy ha perdido, pero ha ganado a su afición". Ese es el mayor colectivo, el mejor activo... Y el futuro de un club que de nuevo volverá. Pero para sonreír.