Grafitis, paredes, pizarras, piedras y rock and roll: cinco fotos sobre el 11 de mayo de Lorca
Cinco fotos nos ayudan a recordar lo que vivió la Ciudad del Sol hace diez años y todo lo ocurrido desde aquel día
Murcia
Esas imágenes que siempre nos llegaban de países remotos, ahora estaban al doblar la esquina. La ciudad reducida a escombros. Las víctimas tiradas en la calle. Los cuerpos de emergencia empleándose a fondo. La población realojada en campamentos. El miedo de hombres y mujeres, la desesperación de los que no saben cómo van a salir adelante, las dudas, la incertidumbre... Todo eso estaba al doblar la esquina, en nuestras calles. La abundancia de instantáneas imborrables que deja el terremoto del 11 de mayo de 2011 en Lorca hace difícil seleccionar de entre todas ellas. Fueron muchos los grandes y excelentes profesionales gráficos que trabajaron en la ciudad esos días.
Por eso, al descansar la vista de toda esa avalancha encuentro otras pequeñas fotos que hice, sin saber muy bien por qué, o sabiéndolo. Y que creo que pueden articular un relato personal de lo que han sido estos diez años. Sólo entonces soy capaz también de contar en primera persona lo que he visto en ellas y por qué las he elegido.
La niña que mira la ciudad con ojos tristes
Lo que era un mural ornamental en la entrada de un garaje en el Carril de Caldereros se convirtió en una metáfora de lo que ocurrió el 11 de mayo. El desastre irrumpiendo en los lugares de paso, en la rutina, en los ojos de esa niña que miraba una ciudad, ahora cubierta de escombros. El mural es del grafitero lorquino Sendra y ni él mismo se esperaba que un terremoto transformara su sentido, que una catástrofe alterara nuestra mirada sobre su trabajo. Las grietas se repararon, el grafiti sigue aún visible.
El tiempo detenido
Los terremotos son puntuales. Somos capaces de saber la hora y el minuto exacto en el que se han producido. Eso, en cierta forma, significa parar las agujas, detener el tiempo. Es lo que sobrevuela también esas imágenes que aún vemos de zonas como Chernobil, donde espacios anteriormente habitados por el ser humano ahora han quedado vacíos. Hasta cinco días después del 11 de mayo los niños y niñas no volvieron a las aulas de los colegios de Lorca. En la pizarra aún seguía escrita, con mano infantil y en tiza blanca, la fecha que todos recordaban. La primera lección de estos alumnos fue procesar todo lo ocurrido, el examen era recuperar la normalidad.
Las paredes hablan
Esos días las paredes hablaban y la suerte de las familias dependía del "semáforo" de colores con el que los técnicos catalogaban el estado estructural de cada edificio: el punto verde era bueno, claro; el amarillo, había que esperar; el rojo... nadie quería ni pensarlo. Y el negro -porque este semáforo también tenía negro-, era el destino ineludible de un derribo. Entre puntales y grietas, esas paredes fueron cubiertas por carteles de empresas constructoras, dudosas cuadrillas de reformas de todo tipo y anuncios para alquilar pisos fuera de Lorca. Diez años después aún se puede seguir un rastro de aquellas inscripciones en algunos rincones de la ciudad.
La primera piedra
Unas 1.200 viviendas fueron derribadas como consecuencia de los terremotos. Pero ésta es la primera primera piedra que se colocó en la ciudad, y para eso hubo que esperar más de un año. Eran los vecinos del edificio La Viña III los que aquel día tenían algo que celebrar. En la urna estaba el periódico del día, varias monedas, una foto y una carta de despedida. El periódico les recordará el día en el que comenzó la obra, las monedas les harán pensar en la prosperidad futura. La foto es de Raúl: con 14 años, fue una de las víctimas mortales de aquel trágico 11 de mayo. La carta de despedida es de de su tía, María: “Cada vez que miro esa foto… Es lo que me ha hecho avanzar este año”, nos dijo a los periodistas.
No fue fácil
La última foto no puede ser un retrato. Es una panorámica. Porque a pesar de lo lejano que ya pueda parecernos, no ha sido así. No ha sido fácil el camino de la reconstrucción y han sido numerosas las ocasiones en la que los vecinos se han tenido que echar a a calle para protestar. Hasta hace apenas un par de años, lo hacían por el proceso administrativo para justificar las ayudas que recibieron y que la administración les reclamaba.
Y antes de todo eso, estuvo también la protesta de la comunidad educativa de los institutos Francisco Ros Giner y Ramón Arcas Meca, cuya reconstrucción se retrasaba y posponía por continuos problemas técnicos y administrativos.
Y, con todos ellos, también estuvieron aquellos vecinos a los que no llegaba el apoyo y las ayudas prometidas por la administración. Las ayudas para un alquiler, para reconstruir sus casas derribadas, para gastos básicos... Agrupados en torno a la Asamblea de Vecinos Damnificados, su voz llegó incluso al Congreso de los Diputados. Uno de sus portavoces, José Alberto Lario, Flori, no está aquí para comentar con él lo vivido estos años. Pero él si está con sus vecinos del barrio de La Viña, donde un auditorio al aire libre en el nuevo parque "11 de mayo" lleva su nombre. Que suene el rock and roll.
Lázaro Giménez
Periodista de la Cadena SER en la Región de Murcia