Las monjas de clausura no tienen quien las cuide
Las Hermanas Carmelitas de un convento de Bizkaia recurren al Ararteko para poder seguir percibiendo financiación pública para los cuidados
Bilbao
Las Hermanas Carmelitas que residen en un convento de clausura en Bizkaia han recurrido al Ararteko porque han visto cómo con el envejecimiento de la comunidad han dejado de cumplir los requisitos para sostener los cuidados con financiación pública, y piden al Defensor del Pueblo alternativas
La fórmula habitual que han mantenido siempre es cuidarse entre sí, es decir, que las de menos edad ejercieran el papel de cuidadoras de las más veteranas. Alguna de ellas tiene reconocido un grado de dependencia y otras percibían la Prestación Foral para Cuidados en el Entorno Familiar (PCEF) por la que perciben, al menos, unos 500 euros. El problema, sin embargo, ha llegado cuando estas monjas han ido cumpliendo años y siguen sin relevo en los cuidados. El sistema 'interno', por tanto, ya no da más.
Según han detallado al defensor del pueblo, estas religiosas se pusieron en contacto con la trabajadora social y ésta les propuso como única opción que ingresasen en una residencia pública. Esta alternativa señala el Ararteko "no es deseable", porque entiende que concurre un "supuesto excepcional" al ser monjas de una orden de clausura, por lo que "no resulta deseable" su traslado a un centro ajeno.
Las conversaciones continuaron y se planteó reconvertir el monasterio en residencia, cumpliendo los estándares mínimos. De esa forma se mantendrían en su domicilio habitual y podrían acceder a financiación pública. Esa propuesta, de momento, se han parado porque, al parecer, según fuentes de la Diputación, estas religiosas "no estarían en disposición de cumplir con los requisitos mínimos para habilitar el lugar como una residencia más de la red foral".