Pisoraca y Comarcas Vivas denuncia que se está produciendo un blanqueamiento de las mal llamadas macrogranjas
Desde hace varios días están apareciendo en medios de comunicación de todo el territorio nacional notas de prensa, que bien pueden llamarse publicidad encubierta, en la que solamente se habla de las bondades de esta industria
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Pisoraca y Comarcas Vivas denuncia que se está produciendo un blanqueamiento de las mal llamadas macrogranjas / Getty Images
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Palencia
Pisoraca y Comarcas Vivas denuncia que se está produciendo un blanqueamiento publicitario de las mal llamadas macrogranjas. Desde hace varios días están apareciendo en medios de comunicación de todo el territorio nacional notas de prensa, que bien pueden llamarse publicidad encubierta, en la que solamente se habla de las bondades de la industria de las “macrogranjas”. Los datos que esgrimen son verdades a medias, acerca del gran beneficio económico que traen para los propietarios de ellas, pero se olvidan de los grandes perjuicios que quedan para los residentes de las zonas donde están situadas. Es sorprendente que siempre que aparecen este tipo de “noticias” son acompañadas de imágenes de ganadería extensiva, donde los animales pastan libremente y no se les ve como malviven completamente hacinados en espacios cada vez más pequeños.
Según Interporc, la organización Interprofesional del Porcino de Capa Blanca, la apuesta del porcino por la “España Rural” es creciente, ya que entre 2008-2018 se ha incrementado de un 13 a un 18%. Pero lo que no cuentan es que en Zamora, por poner un ejemplo, en 1990 había 18.000 pequeñas granjas de porcino de las que en 2018 solo quedaban 600, eso sí con una mayor producción anual de cerdos, pero con muchísimas menos personas trabajando en ellas. Muchas de esas granjas, que asentaban población y daban puestos de trabajo en los pueblos en los que estaban situadas, se vieron obligadas a cerrar al no poder competir en precios. Se empezó a primar la cantidad frente a la calidad. Algunas tuvieron que convertirse en franquicias de las multinacionales cárnicas. ¿Quienes son los que apuestan por poner este tipo de instalaciones en las zonas rurales?¿las personas que vivimos en las zonas rurales o las grandes empresas ayudadas de subvenciones? Estas últimas solo lo ven como un modo fácil de invertir su dinero para que produzca el mayor beneficio posible en el menor tiempo sin luego sufrir las consecuencias negativas que quedan en el terreno.
Al ser instalaciones industriales, nos preguntamos ¿por qué no se llevan a los grandes polígonos industriales de las ciudades? El presidente de FEPORCYL,Miguel Angel Ortiz señala “donde hay una granja de porcino también hay empleo femenino y hay niños.” En una granja sí sucede eso, pero en una macrogranja NO. En los proyectos presentados en la zona Boedo, Ojeda y Odra-Pisuerga hablan de 1,5 puestos de trabajo por instalación. son puestos de trabajo precarios y muy posiblemente mal remunerados. ¿A quién quiere engañar? Por experiencia verificada y cuantificada de otros territorios donde se han instalado hace años estas industrias, se ha perdido mucha población, pues quienes vivían del sector servicios han tenido que cerrar sus empresas porque el turismo ha desaparecido por completo. La concentración en pocas manos de la propiedad de la industria cárnica solo beneficia a los propietarios de las mismas.
Son grandes empresas las dueñas de los animales, de los piensos y de los antibióticos que les suministran: se trata de una economía en vertical. Este modelo no se acopla al territorio, los animales no pastan, ni se alimentan con los recursos de la zona y sus desechos no nutren la tierra de manera sostenible. Su alimento se basa en piensos concentrados a base de soja y maíz transgénico causantes de una deforestación generalizada, de la destrucción de ecosistemas y violaciones de los derechos humanos. Si a esto añadimos el consumo de antibióticos que se les añade en el pienso o agua, agravamos el problema de resistencia a antibióticos. La pandemia nos ha permitido comprobar que hemos roto “las barreras naturales”. Hay enfermedades de tipo zoonótico que no llegarían a nosotros si tuviéramos unos ecosistemas ricos y biodiversos. Esto se soluciona dejando de agredir al territorio.
El auge de las pandemias globales (gripe aviar, gripe porcina) se han relacionado directamente con las explotaciones industriales. Las propias Confederaciones Hidrográficas dan datos de que los acuíferos de España están en retroceso y progresivamente están cada vez más contaminados. Cataluña tiene el 41% de los acuíferos inservibles para consumo humano, contaminados por nitratos provenientes de purines. Aragón ha tenido que elaborar un decreto sobre control de purines porque su cuenca fluvial está contaminada. Ahora quieren continuar contaminando en Castilla y León. Creemos necesario que haya políticas de apoyo a los pequeños productores. Políticas públicas que apoyen prácticas agroecológicas que demuestren que pueden producir carne respetando el medio ambiente, la salud y las condiciones de vida de los animales que además consumen menos recursos y emplean prácticas agrícolas más sostenibles. Alemania no permite echar purines en las tierras. Holanda ha invertido 250 millones de euros para cerrar esta instalaciones.
Si estamos viendo las medidas que se toman en otros países ¿vamos a caer y tropezar en la misma piedra? Este “tirón” que atraviesa el sector quiere ser aprovechado por Feporcyl para conseguir fondos europeos a costa de enterrar a la zona rural, a costa de ir contra la salud pública, contra la salud de la tierra que pisamos, de las aguas que bebemos, a costa de dejar un futuro de “mascarilla” para nuestros sucesores.