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LEVANTE UD - OPINIÓN

Decepción y realidad en primera persona del singular

La derrota del Levante ante el Elche ha sido un punto de inflexión para transformar una temporada de éxito en una tortura interminable

Los jugadores del Levante UD Vezo, Miramón, Malsa y Morales(GettyImages)

Los jugadores del Levante UD Vezo, Miramón, Malsa y Morales

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Me he llevado un chasco morrocotudo y comparto la decepción que los aficionados granotas sienten por la paupérrima imagen ofrecida en Elche. Hasta el propio Paco López reconoció que no había justificación, que no ponía paños calientes a la derrota y que asumía la máxima responsabilidad por el partido que habían perpetrado sus futbolistas.

Este es el segundo año que los jugadores nos cortan el cable de la ilusión, justo en el instante en el que se presenta un objetivo mucho más ambicioso que la propia permanencia. No es que no quieran, es que muchos llegaron a su límite en una semana con tres partidos.

El levantinismo ha pasado, en un chasquido de dedos, de la novena posición a encadenar tres derrotas consecutivas y a que nuestra bipolaridad nos transporte a 2005 cuando Pedro Villarroel le deseó suerte a su amigo mallorquín Mateu Alemany. Ya saben como terminó el vaticinio.

Somos así de pesimistas. Toda esa angustia y ese miedo al descenso tendría que habernos educado para valorar lo que significa estar en Primera durante todo este tiempo. Saber que cada punto cuenta y no será porque Paco López no lo repita hasta la saciedad en la previa de cada partido. La intensidad es innegociable para poder competir y en el Martínez Valero faltó tensión y atención para encontrar respuestas a la cadena de horrores groseros. Del resbalón de Vezo al gol de Boyé no saltó ni un solo cortafuegos y el virus entró en la red.

No obstante, dentro de un año ya verán como relativizamos este bache deportivo y firmaríamos estar a 9 puntos del descenso a falta de 5 jornadas para el cierre de LaLiga, cuando compartamos apreturas serias con el Espanyol de Vicente Moreno y el Mallorca de Luis García. Esa debería ser nuestra ocupación y nuestra verdadera preocupación si queremos seguir entre la élite.

Es cierto que cuesta calificar la temporada del Levante y nos deja una sensación insuficiente, porque en diferentes tramos nos ha emocionado, nos ha gustado su valentía, su atrevimiento y sobre todo su fútbol.

No me quiero enredar en una maraña de datos que solo servirían para que un sector justifique por qué estamos tan mal o para que otro sector reivindique la condición de semifinalistas de la Copa y pondere la zona neutra por la que transitamos en la clasificación.

En función del momento de la temporada en el que hagas la fotografía y la compares con otra instantánea de las dos últimas campañas el debate se convierte en algo estéril, porque las virtudes y los defectos del equipo son exactamente los mismos. La columna vertebral sigue siendo la misma. No es que sea ni mejor ni peor, simplemente es la misma.

Y ese es el análisis que hay que reformular, en el que nadie se quiere adentrar de verdad y del que llevo alertando varios años. Ahora, tiene difícil solución por un gasto elevado que arrastras del pasado, como consecuencia de malas decisiones deportivas, que te penalizan en el presente y te impedirán crecer en el futuro más inmediato.

Estamos atravesando un desierto económico y con el agua justa para llegar al siguiente oasis. Mi humilde consejo, es que no malgastemos nuestras energías tirándonos los trastos a la cabeza en una temporada completamente amortizada y busquemos soluciones para ser mejores a partir del 22 de mayo.

Si quisiéramos elevar diez puntos el nivel del debate, habría que cuestionar la figura de Paco López como entrenador, su estilo de juego y hasta un cambio radical en el modelo que el presidente ha instaurado en un área deportiva que acaba de renovar hasta junio de 2023.

Hablando en plata, muchos levantinistas consideran que poniendo a otro técnico en el banquillo de un perfil como Pepe Bordalás y entregándole las llaves de los fichajes para que reclute legionarios que sean más intensos y más agresivos en las disputas, terminaríamos peleando por objetivos más ambiciosos.

Nasti de plasti. El origen de nuestros males no está en la figura de Paco López. Se necesita una urgente revitalización de una plantilla a la que le faltan piezas fundamentales. Vezo no es el central de jerarquía por el que se apostó, ni Sergio León, ni Dani Gómez están preparados para mantener el nivel de Roger y Morales. En el momento que el entrenador sustituye a la sempiterna pareja goleadora el Levante desaparece en ataque y el partido entra en otra dimensión. Esto es una evidencia catedralicia.

Sin embargo, para acometer esa revolución hace falta dinero y el que tenemos en la caja fuerte solo nos alcanzará para pagar, con piruetas financieras, los salarios y las amortizaciones de Vukcevic, Vezo, Sergio León y Coke Andújar o las renovaciones de Campaña, Morales, Miramón, Postigo o Duarte y que a la vuelta del verano nos dibujará la misma plantilla pero con un año más. Sin Toño y Rochina, pero con el regreso de Pablo Martínez, Pepelu y Hernani, por si alguien se había despistado.

Además, les recuerdo que los cuatro fichajes que nos pudimos permitir el verano pasado procedían de Segunda división. Mickael Malsa y Son llegaron a coste cero. El centrocampista francés, es el que más minutos acumula como consecuencia de los 82 partidos que sus compañeros de posición se han perdido por lesiones y recaídas, que merecen la explicación de un humano y no de una página web que repica partes médicos inertes.

Javier Hidalgo 'Son', con el salario más bajo de toda la plantilla, vino para ocupar un rol secundario y participar en aquellos partidos en los que Jorge Miramón tuviera que descansar por sanción o lesión.

Este verano, Dani Gómez estará en el escaparate de la Eurocopa Sub-21 con España y Jorge De Frutos se ha convertido en uno de los jugadores revelación de la Liga y es la gran esperanza económica del mercado junto al macedonio Enis Bardhi.

Comparto con ustedes que el nivel de exigencia debería ser mayor y que en la misma proporción que el club está creciendo de forma exponencial en otras áreas, también debería hacerlo en la parcela deportiva, aunque ese deseo en estos momentos es materialmente imposible.

Los más de 40 millones de euros que nos hemos pulido en los tres últimos años entre traspasos, cesiones y rescisiones ya se han esfumado. El dinero que nos podremos gastar en el futuro va a depender de la venta de los peloteros que saltarán el viernes a la hierba de Balaidos y en un mercado más tieso que la mojama.

Ocupar el puesto número dieciocho en el ranking del Fair Play Financiero es la penitencia que el club tiene que pagar por el fracaso en varios fichajes, la inflación en los sueldos de los jugadores y la apuesta arriesgada por retener con enorme esfuerzo a tus mejores activos, con el objetivo prioritario de mantener la categoría en una temporada que arrancaba con enorme incertidumbre por la pandemia.

No cuestiono la decisión, simplemente la expongo. Puestos a elegir, prefiero la versión de un Quico Catalán prudente de 2010, a la versión de un presidente derrochador. Fuimos más intuitivos, perspicaces y rápidos en nuestra pobreza concursal que cuando nos sentimos un nuevo rico. Ahora ya no es una cuestión de elección, ahora es una imposición de la LFP.

El hachazo de 18 millones que la Liga le pegó al Levante en su tarjeta de crédito pasando de 55,6 millones de Fair Play en 2020 a un reducción de 36,5 millones en 2021, explica los fichajes de cuatro jóvenes sin experiencia en Primera y con el objetivo de generar plusvalías que le ayuden a salir de este bucle peligroso.

Si Javier Tebas, antes del 30 de junio, no abre la mano en el control financiero ante el estrangulamiento generalizado que viven los clubes españoles, el Levante tiene que vender por encima de los 16 millones de euros o le meterán otro hachazo en su tarjeta de crédito y los fichajes de la próxima temporada serán cesiones o futbolistas que lleguen con carta de libertad. No hay ni un pavo para traspasos.

Las reglas del fútbol en este país cambiaron hace algunos años y además de poner todos nuestros atributos y feromonas sobre el césped, que es una obligación y una responsabilidad que compete en exclusiva a Paco López, hay que poner mucho dinero para comprar calidad. Durante el último año el Granada, el Getafe y hasta Osasuna gastaron más en fichajes que el Levante. Esa es nuestra nueva realidad, lo demás es humo.

José Manuel Alemán

Redactor de Deportes en Radio Valencia

 
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