Todo cambia

Asturias

Si hiciéramos una relación del número de problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad la angustia se apoderaría de nosotros y quizás no fuéramos capaces de ordenar nuestra mente para ir afrontando las batallas que se nos presentan. Vivimos en medio de una pandemia que aún desconocemos su origen, su evolución y su final. Hemos sido capaces de inventar una vacuna en tiempo récord, pero a continuación nos hemos enzarzado en una guerra de laboratorios, patentes y países que nos han sumergido en un mar de incertidumbres, cuando el mundo debería estar organizando vacunaciones masivas en todos los países, independientemente de su poder económico o social. Porque o nos vacunamos todos o esto no se acabará nunca. La economía zozobra, el mundo se transforma a una velocidad de vértigo, el teletrabajo, las energías verdes, las casas inteligentes...todo cambia que cantaba Mercedes Sosa, lo superficial y lo profundo, el modo de pensar, todo cambia en este mundo. Y de repente todo se para. A los clubes de fútbol más ricos del mundo se les ocurre organizar una competición paralela para atracar a las televisiones, a las audiencias y paliar así sus milmillonarias pérdidas económicas. Las teles hacen un alto, las radios se paralizan, las audiencias se multiplican, faltan páginas en los periódicos para explicar la revolución que pretende Florentino Pérez, presidente del Real Madrid. Y todo se reduce a lo de siempre: Más dinero. Negocio, a cualquier coste, capitalismo con el balón en estado puro. Abajo los sentimientos. A los que somos apasionados del fútbol y orgullosos de nuestros equipos, en mi caso el Sporting, que nunca jugará la Superliga pero somos paganinis de esta fiesta, a la mierda. Viva el euro. Estoy harto. Con la que está cayendo y Merkel, Macrón y Jhonson hablando de fútbol. Todo cambia, y sigo con Mercedes Sosa, pero no cambia mi amor, por más lejos que me encuentre, ni el recuerdo ni el dolor, de mi pueblo, de mi gente.