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Echebastar y Azti colaboran para salvar al tiburón sedoso

El tiburón sedoso es una especie que se encuentra amenazada por su hábito de nadar junto a los bancos de atunes, lo que hace que muchos acaben en la redes de los grandes atuneros

Bilbao

El tiburón sedoso es una especie oceánica que suele nadar en los bancos de atunes por lo que es atrapada frecuentemente en las redes de los barcos que pescan este especie. Desde Echebastar están intentando reducir esta afección y, junto a Azti, han llevado a cabo un proyecto para mejorar la superviviencia de estos escualos.

Científico marcando un ejemplar de tiburón sedoso

Científico marcando un ejemplar de tiburón sedoso / ECHEBASTAR

Científico marcando un ejemplar de tiburón sedoso

Científico marcando un ejemplar de tiburón sedoso / ECHEBASTAR

Desde hace años los atuneros de Echebastar han implementado medidas para devolver vivos al mar a los tiburones sedosos que frecuentemente caen en sus redes cuando pescan atunes, pero ahora han dado un paso más con el proyecto Silky Shark Tagging Project, por el que marcan a los tiburones que devuelven al mar con unos aparatos que envían información vía satélite del comportamiento del escualo cuando es liberado.

El principal objetivo del proyecto es determinar la supervivencia del tiburón sedoso en la pesca del atún al cerco, para evaluar el impacto de las buenas prácticas en la reducción de l amortalidad de esta especie y par idnetificar el potencial de más prácticas responsables que podrían reducir aún más este impacto.

Ejemplar marcado de tiburón sedoso

Ejemplar marcado de tiburón sedoso / ECHEBASTAR

Ejemplar marcado de tiburón sedoso

Ejemplar marcado de tiburón sedoso / ECHEBASTAR

 Aunque todavía falta acabar de analizar los datos, el consultor de sostenibilidad de Echebastar, Jose Luis Jauregui, se muestra optimista porque los primeros resultados apuntan a que estas buenas prácticas han doblado la superviviencia de estos tiburones liberados pasando de un 20-25% a un 40-45%.

El programa ha supuesto una inversión de unos 250.000 euros de los que Echebastar ha asumido en torno al 80% de los costes que suponen el uso del barco, los sueldos de los investigadores o los dispositivos electrónicos, con un precio de entre 2.000 y 4.000 euros cada uno.

 
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