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Capses y Caixes en la toponimia medieval valenciana

En la Valencia gremial existían dos oficios que la lengua valenciana distinguía perfectamente, el de capsers y el de caixers, pero con la imposición del castellano se redujeron ambos a simples cajeros.

Luis Fernández callejeando por Ciutat Vella

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06:54

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Valencia

Hasta el siglo XIX, la toponimia urbana de Valencia era una creación popular sustentada en el arraigo y la costumbre, y por tanto, articulada en la lengua con la que hasta entonces se comunicaba el pueblo, el valenciano. Los nombres de las plazas y las calles eran impuestos por simple funcionalidad, para poder guiarse fácilmente por el complejo entramado medieval, con nombres conocidos por todos y que reflejasen la característica más sobresaliente del lugar. Si allí había una iglesia o un palacio solariego o un árbol de gran porte, era suficiente para que ese lugar tomase el nombre del elemento más representativo del mismo. Si era una calle gremial, donde se hallaban reunidos los profesionales de un mismo oficio, con más razón aún, se le otorgaba el nombre de dicho oficio: campaneros, manyans o cerrajeros, abaixadors o tundidores, etc.

Muchos de estos nombres de la Valencia medieval, alrededor del 50%, se perdieron durante el siglo XIX y parte del XX debido a la gran transformación que sufrió el centro histórico de la ciudad, tanto a nivel urbanístico como onomástico, con calles y plazas que desaparecieron de la trama y nombres que fueron cambiados por unos supuestamente más relevantes. Otros, sin embargo, de los que pudieron sobrevivir, han llegado hasta nuestros días en su versión castellana, traducidos también por los doctos eruditos decimonónicos, y que en muchos casos fueron despojados de su verdadero significado. Es el caso de la actual calle de Cajeros, así, como suena, Cajeros. Una estrecha y truncada calle situada entre la plaza del Mercado y la calle de las Danzas, que antes de la imposición lingüística del castellano era conocida como carrer dels Capsers.

En la Valencia gremial existían dos oficios que la lengua valenciana distinguía perfectamente, el de capsers y el de caixers, pero con la imposición del castellano se redujeron ambos a simples cajeros. Tal y como explica el erudito Orellana, los primeros, el oficio que se conocía como capser era aquel que se dedicaba a fabricar objetos de madera delgada llamada fulleta que se construían para embalar o para hacer objetos de material endeble como cedazos, cajitas pequeñas para ratoneras y otros usos domésticos, incluso para juguetes infantiles. Los capsers formaban un gremio propio, con sede en la contigua calle de las Danzas, distinto al de caixers, que por otro lado se dedicaban a realizar cajas sólidas y obras de mayor resistencia, como cajones de madera gruesa, arcas y baúles para almacenar ropa, provistos de goznes y bisagras para poder ser cerrados con cerrojo y llave, valiéndose para ello de la madera de pino y de ciprés. Los caixers pertenecían al gremio de los carpinteros, que en valenciano era el de fusters, y se localizaban alrededor de la plaza que tomó el nombre de Caixers, ya desaparecida, y que se encontraba en el cruce de las calles de San Vicente, María Cristina y plaza del Ayuntamiento.

La plaça de Caixers y el carrer de Capsers, situados cada uno en un extremo de la plaza del Mercado, y bien diferenciados en nombre y oficio por los habitantes de la ciudad de Valencia desde bien antiguo, perdieron su singular denominación histórica en el siglo XVIII, como recoge Orellana en su obra, pasando ya a ser en la cartografía y nomenclátores del siglo XIX la plaza de Cajeros y la calle de Cajeros respectivamente. Una uniformidad lingüística y semántica que mutiló su verdadero origen y significado.

 

 
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