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El carrer dels Abaixadors o Tundidores

Esta semana ha visto la luz un estudio que sitúa en la calle de las Danzas, junto a la Lonja, la casa gremial de los tundidores o abaixadors, aunque la cartografía y la toponimia histórica siempre la han situado en la calle en la actualidad recibe el nombre de calle de Tundidores.

Luis Fernández, callejeando por el barrio del Mercat

Luis Fernández, callejeando por el barrio del Mercat

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Valencia

La toponimia no engaña. O por lo menos no aquella que llegó virgen a nuestras cartas y nomenclátores, sin el manoseo propio de los escribanos decimonónicos. Un estudio recientemente publicado en la revista Archivo de Arte Valenciano que edita la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, ha lanzado la hipótesis de que el edificio gremial de los tundidores valencianos – els Abaixadors- podría encontrarse en la calle de las Danzas, entre la plaza de la Compañía y la calle Cajeros, junto a la Lonja. Sin embargo, según la cartografía histórica y la documentación aportada por el erudito Orellana en su obra Valencia Antigua y Moderna, referente indiscutible de la onomástica clásica valentina, el carrer dels Abaixadors era, cuando él escribió dicho libro durante el último cuarto del siglo XVIII, un sitio bien conocido en Valencia por estar allí instalados los del gremio de Abaxadors que en castellano son Tundidores y en latín Tensores Panni. Según Orellana, el nombre de Abaixadors se le da de muy antiguo al paraje situado en el intermedio que hay desde la Portería de la Compañía –actual calle de la Purísima- donde se encontraba la puerta principal de la casa profesa de los Jesuitas, y la plaza de la Lonja, actual del doctor Collado, que se conoció con este nombre por estar allí la desaparecida Lonja del Aceite.

Es decir, según las indicaciones de Orellana, el gremio de Tundidores estuvo radicado en el entorno donde se encuentra en la actualidad la calle rotulada con este nombre, junto a la famosa tienda de bicicletas de Rafael Abad, en una retícula de callejones que desde entonces se ha visto bastante alterada con la apertura de una plazuela que nada tiene que ver con la trama histórica, y con la rotulación de calles como la del Olmo, nombre impuesto en los años 70 en referencia al gran olmo que hay en dicha plaza, una denominación fuera de toda lógica si se hubiese tenido en cuenta el origen gremial del barrio relacionado con la industria de los paños y las telas, cuyas calles se encontraban denominadas, hasta mediados del siglo XIX, con apelativos como Apuntadors, Sastres, Abaixadors o Assaonadors, estas dos últimas, todavía conservadas con sus nombres traducidos al castellano como calles de Tundidores y Zurradores respectivamente.

Por tanto, cuando la fabricación de paños tuvo su auge en nuestra ciudad, sus profesionales agrupados en gremios se afincaron en esta zona del barrio del Mercado, entre las iglesias de Santa Catalina y la Compañía, especializados cada uno en una fase del proceso fabril. En concreto, los Abaixadors o Tundidores tenían la misión de cortar e igualar con tijeras el pelo de los paños, y por eso tenían como emblema en su bandera gremial unas tijeras con corona de oro y la figura de su patrón, San Cristóbal. Dentro del mismo gremio de Tundidores existían unos menestrales denominados en valenciano apuntadors que se encargaban de plegar las piezas y anotar las que se transportaban fuera de la ciudad, y que aunque no formaban gremio propio, eran muy numerosos dentro del mismo, y por eso en muchas ocasiones se referían a ellos indistintamente como Abaixadors o Apuntadors, siendo este último nombre también utilizado para referirse a la calle de Tundidores, como carrer dels Apuntadors, tal y como recogió el Padre Tosca en su plano de 1704.

 

 
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