No sonará el Miserere de Baeza, cantado desde 1860
Ya es el segundo año en el que el coronavirus se lleva por delante la opción de que la ciudad Patrimonio de la Humanidad disfrute de esta magnífica obra musical que se interpreta cada Martes Santo por los propios baezanos y baezanas en la Catedral de Baeza
Jaén
El coronavirus, nuevamente, tuvo la culpa. No sonará el Miserere de Baeza, cantado desde 1860. Ya es el segundo año en el que la ciudad Patrimonio de la Humanidad se queda sin esta magnífica obra musical que se interpreta cada Martes Santo por los propios baezanos y baezanas en la Catedral de Baeza. Se trata de una finísima y conmovedora composición realizada por el reputado músico del Siglo XIX, Miguel Hilarión Eslava. Según los estudios previos realizados por el que fuera, quizás, su mayor investigador y defensor moderno, el añorado Martín Morales, el navarro tuvo que acometer esta obra en las medianías del diecinueve.
El conocido como ‘Miserere de Eslava’ está dedicado por el propio autor a la Santa Iglesia Catedral de Baeza y se basa en el salmo 50 de Vulgata y 51 de la Biblia hebrea. En su momento, Martín Morales explicaba siempre con ojos de niño emocionado que este “salmo formaba parte del oficio litúrgico de Vespertino, que también recibía el nombre de Oficio de tinieblas, por la oscuridad que se producía en el templo al final del mismo. Al concluir el último versículo del Miserere se apagaba la última vela del tenebrario, mientras los canónigos y cantores de la capilla aporreaban sus asientos simulando ruido de tormenta, todo ello alusivo a las tinieblas y ruidos que se produjeron en Jerúsalen a la muerte del Señor”
Muchos años atrás
Se da por hecho que el ‘Miserere’ debió comenzar a interpretarse en la romántica Baeza de 1.860, años antes de que Machado o Lorca pisaran sus calles empedradas. Y esta afirmación está basada en una particella del Bajo que reza “Bajo, acompañamiento al Miserere de 4 y 8 voces, con violines, flauta, clarinetes, trombón, trompas y bajo, compuesto por el Mtro. de la Real Capilla de (S.M.) Dn. Ylarión Eslava. Regalo que hace de esta grande obra a esta Sta. Yga Catedral, el sr. Canónigo Dn. Fernando Viedma y Zea. Año de 1.860".
La partitura está compuesta por 11 versículos pertenecientes a los salmos y otro a modo de introducción que es el magnífico ‘Christus factus est...’, que conforman un total de doce números, de los cuales seis son para Coro a 4 y 8 voces mixtas y los seis restantes, cuatro para voz solista y dos para dúo, todos ellos con acompañamiento de Orquesta.
¿Quién fue Hilarión Eslava?
Miguel Hilarión Eslava, nació el 21 de Octubre de 1807 en Burlada (Navarra) en el seno de una familia humilde que no tenía relación alguna con el mundo musical. De hecho, su padre era pastor. Una nueva historia de alguien que forjó su futuro a base de esfuerzo y no de talonario. Tuvo que estudiar y trabajar mucho para ganarse un puesto entre el siempre complicado, y a veces incluso envidioso y altivo, mundo de la cultura y el arte.
Durante su infancia demostró tener unas cualidades naturales para el canto, lo que le sirvió para ingresar como ‘cantorcico’ en la Capilla Musical de la Catedral de Pamplona. A partir de este momento seguiría una carrera meteórica dentro del mundo musical para llegar a ser uno de los grandes músicos españoles del Siglo XIX y una de las figuras más señeras de nuestro panorama musical de todos los tiempos.
Tanto es así que en 1.828, y con apenas veinte años, gana por oposición la plaza de Maestro de Capilla de la Catedral de Burgo de Osma (Soria). En 1.832 es nombrado Maestro de Capilla de la Catedral de Sevilla donde estaría doce años. “Malos años ya que la incomprensión y la envidia de buena parte del clero que denunciaron sus actividades profanas de escribir óperas, hicieron de su estancia en Sevilla un verdadero calvario”, tal como contó en su día Martín Morales.
En 1.844 gana la plaza de Maestro Director de la Real Capilla de Madrid que comparte con su dedicación a la enseñanza en el Real Conservatorio de esta ciudad, sin descuidar la composición. A esta etapa se debe la composición del magnífico ‘Miserere’ que dedicó a la S. I. Catedral de Baeza. Ya no dejaría de trabajar en Madrid hasta su muerte, ocurrida el 23 de Julio de 1.878.