Juanín, el paseante
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Comentario Chema Caso 24.03.21
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Asturias
Que andamos fatal, incluso con los chigres abiertos, no es una cosa solo de este tiempo. Mientras atapecía ayer sobre el Cantábrico, hacia poniente pude distinguir dos alturas en tanto se iba apagando el horizonte. Detrás, las montañas, anteriores a este Antropoceno; delante, la barrera inmensa de los edificios circundando la bahía. A esa misma hora del ocaso, dos señoras supuse que ya vacunadas, no con AstraZeneca, tomaban asiento en una terraza mientras soplaba gélido el viento. Una de ellas llevaba un bolso de Bimba y Lola.
Las cuadrillas de hombres chateaban con los rostros enrojecidos viñapomales tintos con las mascarillas de sotabarba. Sin tregua, como sin pausa un mayorcito ya para llevar los vaqueros desgarrados por las rodillas demostraba a otro chico más joven cómo se engañaba a una tragaperras.
Ella y él entraron entonces con una silla de niña sin edad para ir sentada sobre ruedas tiradas por otros y con chupu alterando con su escándalo el local. La miré, le dije chitón y calló. Los tayuditos ni me lo agradecieron, se sentaron a tomarse un par de vasos y a darle un potito, ella, cucharadita va, trago viene, a la mimosa ahora silente. Ocho y media de la tarde. Fue entonces cuando descubrí la nueva botella de Johnny Walker negro, tan presente en tantos asuntos de otro tiempo —ya voy entendiendo que no muy distinto a este— y su recomendación de que sigamos paseando. ¿Adónde: de la Audiencia Nacional al Supremo? Es poco pero no hay arrestos.