Pocos árboles en la calle de Félix Rodríguez de la Fuente
La muerte del carismático naturalista Félix Rodríguez de la Fuente en 1980 causó una gran conmoción en la sociedad española del momento. Cientos de homenajes a su figura se sucedieron por todo el territorio, levantando monumentos y rotulando calles en su nombre, como la que se le dedicó en el barrio valenciano de Torrefiel.
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Luis Fernández callejeando por Torrefiel
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Valencia
La semana pasada, a través de las redes sociales y gracias a un post escrito por Odile Rodríguez de la Fuente a raíz del 41 aniversario de la muerte de su padre, se generó toda una catarata de recuerdos sobre la vida y obra del que fue uno de los personajes más carismáticos y queridos por la sociedad española de los años 70, el doctor Félix Rodríguez de la Fuente. La muerte del naturalista se produjo en 1980 en Alaska, además un 14 de marzo, el mismo día de su cumpleaños, a causa de un accidente aéreo mientras trabajaba en unos de sus documentales para la mítica serie El Hombre y la Tierra. En esos momentos, Félix Rodríguez de la Fuente se había convertido en todo un referente para la sociedad española del momento y en un ídolo de la juventud, que veían en él a todo un ícono en la defensa la naturaleza y un activista incansable en la lucha por la conservación de la fauna ibérica.
Odontólogo de formación, pronto inclinó su carrera hacia lo que era su gran pasión, la cetrería y la divulgación científica. Sus dotes para la comunicación, sus explicaciones didácticas, su timbre de voz y la forma en la que se dirigía a sus oyentes hicieron que pronto se transformara en un fenómeno mediático, el primer ecologista español que fue capaz de poner en valor el gran patrimonio natural español desde los medios de comunicación de masas como la televisión y la radio. Fue en todo ello un visionario, un pionero que traspasó las fronteras de nuestro país, y por eso recibió el apelativo cariñoso de “Amigo de los Animales”, un activista incansable que fue capaz de influir en las más altas esferas de la época para que se aprobasen las primeras leyes de protección de la naturaleza en España. Escribió libros, realizó documentales y dirigió programas radiofónicos con el único objetivo de sensibilizar a la sociedad de la necesidad de conservar el medio ambiente y denunciar la paulatina destrucción de la naturaleza. Entre todos sus proyectos de divulgación, su obra cumbre fue la serie televisiva El Hombre y La Tierra, producida por Televisión Española y que se emitió entre 1974 y 1981, reconocida a nivel mundial por ser el primer film documental que lograba captar imágenes de animales hasta entonces nunca vistas. El rodaje de esta serie se vio truncado por su muerte, pero su legado quedó grabado a fuego en toda una generación que hoy todavía se estremece al escuchar la voz de este personaje irrepetible.
No es difícil imaginar la tristeza en la que se sumió el país al conocer su trágica desaparición. Los niños de la época tarareábamos de memoria la canción Amigo Félix, un bello poema escrito por Gloria Fuertes y popularizado por Enrique y Ana, mientras en todos los rincones del país se erigían estatuas y se rotulaban calles en su nombre. En Valencia se pidió que una avenida importante y arbolada fuese rotulada con el nombre del naturalista, pero el recién estrenado Ayuntamiento democrático, enfrascado en pleno conflicto social y político de la Batalla de Valencia, no tuvo mucho tacto cuando decidió que una calle prácticamente sin urbanizar del barrio de Torrefiel, que hasta entonces era conocida como calle Capitán Cortés, fuese rotulada como calle doctor Rodríguez de la Fuente. Una vía periférica sin apenas árboles, que a pesar de todo, nos sigue recordando la excepcional figura de nuestro amigo Félix.