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Confinamiento

Directora de Primaria: "Hay niños que están acusando este año"

Directores, profesores y alumnos del colegio Atalaya de Santander analizan el año trascurrido desde el inicio del confinamiento

Entrevista una año de la suspensión de las clases en Cantabria (12/03/21)

Entrevista una año de la suspensión de las clases en Cantabria (12/03/21)

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Santander

El 12 de marzo de 2020 la Consejería de Sanidad decidió suspender las clases en todos los niveles educativos. Una decisión que se adoptó durante la tarde, a una hora en la que ya los centros educativos estaban cerrados.

Lo primero fue informar a las familias lo ante posible, aunque la noticia corrió como la pólvora. De hecho, al día siguiente, aquel viernes algunos alumnos ni siquiera fueron ya a al centro, otros fueron a recoger todas sus cosas y muchos tuvieron que ir porque sus padres no tenían capacidad de maniobra para buscar un plan B.

Ese día no se hablaba de otra cosa, muchos se preguntaban cómo se iban a organizar para seguir trabajando y atender a sus hijos en casa, algunos tuvieron que adelantar sus vacaciones, otros recurrir a los abuelos, a pesar de que era justo lo contrario lo que decían las autoridades sanitarias y el desconcierto era absoluto.

Fue una mañana de preguntas, de dudas, aunque para muchas todavía no había una respuesta y a medida que avanzaba la jornada fue cobrando peso la posibilidad de que se decretara un Estado de Alarma y que se suspendiera toda la actividad no esencial.

Nos hemos acercado a un colegio de Santander, al colegio Atalaya de Santander, un centro que funciona como una cooperativa, un cole pequeño, ya que solo hay una línea de cada curso, aun así, cuenta con Infantil, Primaria y Secundaria.

En aquel momento era la directora de infantil y primaria, Enma Garcia. Recuerda que no tuvieron tiempo para organizarse, se reunieron a primera hora, a las ocho de la mañana y tuvieron que adoptar decisiones en tiempo récord ya que los alumnos empezaban a llegar al centro.

Margaret Wells, directora de Secundaria asegura que la voluntad de todos los profesores fue muy colaborativa al igual que la de las familias, pero a pesar de ello hubo obstáculos. Niños que no tenían ordenador en casa y a los que era difícil atender, en otras casas con varios hermanos y se solapaban las clases on-line y para los profesores de más edad, ponerse al día en lo tecnológico fue todo un reto.

Margaret por ejemplo recuerda que ella tenia cien alumnos de cuatro cursos diferentes con lo que dar clase, material, evaluar a los alumnos, atender los correos de las familias supuso que las jornadas de trabajo se estirasen a lo largo de todo el día.

Enma recuerda que no se acababa el trabajo, siempre había alguien o algo que atender, era una ingente cantidad de trabajo pero cree que fueron capaces de sacarla adelante.

Destaca que el inspector de la consejería de educación asignado a este colegio estaba siempre disponible para cualquier duda, cualquier gestión. “Teníamos su teléfono personal y nos resolvía cuestiones por whatsApp”, recuerda Enma.

Este curso el director del centro es Rafa Solana, lleva diez años en el centro y recuerda las dificultades durante la etapa del confinamiento para compaginar la atención a sus dos hijas pequeñas y al mismo tiempo seguir dando clase a sus alumnos.

No ha sido fácil poner en marcha un curso con tantos condicionantes inéditos. "Regresamos convencidos de que en octubre los niños estarían de nuevo en casa y para ello nos preparamos, con material on-line y plataformas para dar clase de manera telemática, recuerda Rafa"

Pero todo ha ido mucho mejor de lo previsto, las familias lo han hecho muy bien, los niños de manera sobresaliente y solo han registrado un caso en un aula en todo el curso.

¿Pero cómo han vivido este año los niños?.Los alumnos de sexto de primaria nos lo han contado. Como pasaron de la alegría de lo que parecían unas vacaciones regaladas al miedo, al hartazgo de una situación que parecía que no tenía fin.

Nos han contado que era muy complicado seguir las clases con tanta interferencia, hermanos pequeños, wifi que se desconectaba, sobrecargas en la red y demás.

Ellos también han tenido miedo, por ellos, por su familia y todos tenían muchas ganas de volver, aunque sea de esta manera. Viendo solo media cara de sus compañeros y teniendo que inventar juegos para los recreos en los que ahora está prohibido usar el balón

Especialmente triste fue para los alumnos que acababan cuarto de la Eso con 16 años y no que pudieron despedirse de sus compañeros, ni del colegio al qué, en muchos casos, habían entrado por primera vez con solo 3 años.

Lo tienen pendiente y esperan que algún día puedan juntarse todos y celebrar la fiesta que se les robó.

 


 
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