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Ignacio Aguado: dolor y deseo o la otra cara de la entrevista al exvicepresidente y sus horas de infarto

El ya exvicepresidente ha mostrado su rabia en las últimas horas y así acudió a la entrevista en La Ventana de Madrid

Ignacio Aguado en un momento de la entrevista en La Ventana de Madrid. / Cadena SER

Ignacio Aguado en un momento de la entrevista en La Ventana de Madrid.

Madrid

Sacudido por los acontecimientos que se han sucedido a una velocidad de vértigo, Ignacio Aguado entró en el estudio de Radio Madrid como si todavía sintiera los puñales calientes en el costado. En uno de sus inicios de capítulo más brillantes, el atormentado Adam, personaje de la germana 'Dark', apunta la relación de dolor y deseo con nuestra propia humanidad, como motriz y marco de nosotros mismos. Es el deseo, dice, el que nos da motivación para nuestros actos; pero es el dolor el que forja el carácter. Una brújula y un barco.

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El exvicepresidente parece haber vivido un cursillo acelerado de dolores, como si el desenlace de la historia le hubiera mostrado de golpe todos los desengaños que mantenía guardados, contenidos en un cajón que prefería ignorar. Como vicepresidente se calló muchas cosas por lealtad, explica. Como 'ex' dolido, ya no. "Quería sumisión", "es el PP, no pretendía cambiarles, ya sé quiénes son y cómo son", lanza ahora.

Han pasado algo más de 30 horas desde que a las 10 de la mañana del miércoles comenzara la reunión en que escucha la decisión de la presidenta, cuando Aguado empieza esta entrevista en La Ventana de Madrid. La moción de censura en Murcia, les dice Ayuso, le ha hecho pensar y cree que hay diputados de Ciudadanos maniobrando en una dirección similar. Se lo niegan una y otra vez. Aguado sigue negándolo ahora, sentado en el estudio, con tal intensidad que parece que todavía estuviera allí. "Por mucho que lo vistan con cosas irreales, no iba a haber una moción de censura en Madrid", recalca. Hay elecciones por "capricho" de la presidenta.

En ese Consejo de Gobierno, la batalla de Ciudadanos naufraga sin remedio. El equipo de la presidenta tiene decidida ya la fecha de las urnas y no logran moverles ni un milímetro. Poco antes de la hora a la que estaba prevista la comparecencia del portavoz del Gobierno para dar cuenta de los acuerdos del Consejo, Sol envía un mensaje a la prensa aclarando que esta queda cancelada. Todo se despachará en notas de prensa.

Ciudadanos reacciona convocando su propia rueda. Han vetado a Aguado como portavoz del Ejecutivo, dicen; pero saldrá entonces como portavoz de sí mismo. El entonces aún vicepresidente quiere hablar antes que Ayuso, quiere tener derecho a ser quien certifique su propia muerte. A las 12:35 confirma que el Gobierno está roto, que ella, y solo ella, ha decidido acabar con todo. Empieza a enlazar las palabras de los idilios rotos por infamia que no ha dejado de repetir: "mentiras", "traición", "estupor." Aguado ha averiguado el material "irresponsable" del que estaba compuesto su socio.

Lo sabe ahora, porque el entrevistador, Javier Casal, le subraya en sus preguntas que gobernó con ellos, que aceptó su compañía. Retrocede ahí de la segunda a la primera etapa del duelo, niega errores y destaca lo que logró Ciudadanos accediendo a ese gobierno con el PP. Preguntado por si Arrimadas midió bien el golpe cuando atacó en Murcia, él traga saliva, mira hacia adelante como si buscara las palabras suspendidas en el aire y su respuesta vuelve a estar cargada de emoción. Murcia era una cuestión de honorabilidad, "había una caja b de vacunas, querían que les dejáramos manga ancha con la corrupción" y eso no se podía tolerar.

En torno a las 14:20 del día anterior, Ayuso finiquitó el asunto en apenas unos minutos. Habrá elecciones en Madrid porque no puede permitir que la región "pierda su libertad". Y socialismo o libertad, concluye. "Las cosas iban bien", repone en sus discursos Aguado, que será cesado una hora más tarde sin previo aviso. Después vino el embrollo jurídico que sigue sin resolverse. Si fue el decreto o fueron las mociones, quién está primero. Nada cambia en esa tarde, poco más que nuevos cruces de reproches y una Mesa del parlamento regional que se resiste a rendirse. Por la mañana la Asamblea se da por disuelta, pero anuncia batalla legal. En una confusión como la jurídica continúa Aguado cuando le preguntan qué hará su partido si hay moción de censura: "Esperaremos a ver qué dice la Justicia y después decidiremos".

Todos los proyectos perdidos -unos presupuestos casi cerrados, protesta-; la esperanza ya difunta de que, como dijo el miércoles en Hora 14, la presidenta rectifique. No queda reconciliación y en la voz de Aguado se filtran frustración, rabia, restos de sorpresa 30 horas después del estallido. "¿Qué grado de desconexión con la realidad hay que tener" para convocar elecciones ahora? 

Tal vez el amor, el mayor en el inventario del deseo, sea lo único que pueda rescatarnos de que el dolor nos desmolde cuando la forja es dura. Pero ella, dijo Ignacio siguiendo el chascarrillo de 'La isla de las Tentaciones' al inicio de la entrevista, "ha decidido irse sola". Y ahora a Aguado está atormentado.

 
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