Sobre las censuras contra el PP
La opinión de Pomares
Tenerife
El sorpresivo anuncio del PSOE y Ciudadanos de una doble moción de censura para echar al PP del Gobierno y el Ayuntamiento de Murcia, precipitó ayer la reacción de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de Madrid, para disolver la Asamblea y convocar elecciones. Díaz Ayuso intentaba con ello evitar otra moción de censura contra ella, en una reacción que fue inmediatamente publicitada en rueda de prensa. Sin embargo, mientras Ayuso se dirigía a los madrileños y les explicaba los motivos de su decisión de convocar elecciones –una nueva atribución de los reformados Estatutos de Autonomía, que contempla también el Estatuto canario- el PSOE y el partido de Errejón presentaban la censura contra ella en el registro público de la Asamblea, adelantándose a la publicación del decreto de disolución en el Boletín Oficial de la Comunidad.
La Mesa del Parlamento, en la que PSOE y Ciudadanos tienen la mayoría, no ha aceptado su disolución, porque entiende que la moción de censura se presentó –formalmente- antes de que se publicara el anuncio de adelanto de elecciones, y por lo tanto se ha suspendido la posibilidad de celebrarlas, dado que no pueden ser convocadas en medio de una moción de censura. En esta tesitura, Madrid se encuentra ahora –como la Venezuela de Guaidó y Maduro- con dos poderes que no se reconocen el uno al otro: el de la presidenta, convencida de que su convocatoria es firme y la Asamblea tiene que disolverse, y el del presidente de la Asamblea, diputado de Ciudadanos, que no acepta la autoridad de Ayuso.
Afortunadamente, en España siguen existiendo tribunales independientes, que serán los que darán finalmente la razón a una de las dos partes. Afortunadamente también, lo que dictaminen los tribunales –sea lo que sea- será aceptado por la mayoría de sus señorías, y este bochornoso episodio quedará apenas como la enésima demostración de que la política española logra superarse a sí misma en envilecimiento, desinterés por la ciudadanía y capacidad de acrecentar la miseria.