Rostro de mujer

Córdoba

La Covid-19 tiene rostro de mujer. Si hace ya varios años que desde Cáritas venimos denunciando el progresivo fenómeno de feminización de la pobreza, tras el primer aniversario de la pandemia podemos confirmar que también ésta tiene rostro mayoritariamente femenino, acentuado por múltiples desigualdades que hacen que ellas sufran de forma más precaria la situación y sean arrojadas en mayor número al abismo de la exclusión social.

Queda, sin duda, aún mucho que reivindicar. Desde el más básico y elemental derecho a la vida, el fin de las violencias o la igual dignidad efectiva, hasta lo quizá más oculto: la igualdad salarial o la universalización de los cuidados. También en la Iglesia, que, no olvidemos, es mujer y tiene a una mujer como madre y modelo. El desarrollo de una teología de la mujer no debe posponerse más, que profundice en ellas como sujeto protagonista de la historia que construimos entre todos, desde posiciones reales de igualdad y no desde igualitarismos inútiles, liberándolas de los tópicos que las hacen siempre sospechosas y ligadas a la tentación, que apueste por una inclusión desde los derechos y la dignidad inalienable que reciben, en el seno de la Iglesia, desde el bautismo, que nos iguala a todos.

Queda camino que recorrer, aunque no falta ilusión, en este proceso de conversión en el que tanto nos jugamos. Yo al menos, sigo soñando con una Iglesia -mi Iglesia- y un mundo, repleto de mujeres libres, valientes, protagonistas y corresponsables.

Salvador Ruiz Pino

Director de Cáritas Diocesana de Córdoba

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