Tenerife vaciada
La isla esconde pequeñas joyas urbanas donde la vida no se mide por el reloj
En algunas zonas los niños ya no juegan en la plaza como antes
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Reportaje: Tenerife vaciada (10/03/2021)
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Tenerife
Desiré Pérez es una vecina de un pueblo de las medianías del sur de Tenerife que lleva por nombre La Medida. En esta localidad viven apenas 288 habitantes, la mayoría de ellos gente mayor. Según nos cuenta, las cosas han cambiado mucho desde su juventud, ya que el ambiente alegre que se respiraba durante su infancia ha sido sustituido por un silencio sepulcral que, en ocasiones, parece eterno. Los niños ya no juegan en la plaza como antes, el campo de lucha que se llenaba para animar al equipo del pueblo ahora es un recinto desvencijado y maltratado por el paso de los años y las gincanas que se hacían durante las fiestas poco a poco han ido desapareciendo.
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Las Portelas, Buenavista del Norte (Tenerife) / Google maps
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Las Portelas, Buenavista del Norte (Tenerife) / Google maps
Quizás esto se debe a que, paulatinamente, la gente joven se ha ido desplazando hacia otros núcleos urbanos más poblados y con mayor cantidad de servicios, los cuales en La Medida escasean. Los vecinos del pueblo tienen muchas quejas respecto a este tema, puesto que para realizar gestiones de la vida cotidiana como ir al médico, a la farmacia o al banco tienen que desplazarse a Güímar o a El Escobonal, la localidad vecina que, aunque está relativamente cerca, se encuentra lo bastante lejos como para obligar a los longevos habitantes de la Medida a coger la guagua, un servicio que también es deficiente en la zona. A pesar de esto, La Medida sigue conservando parte de su esencia. La paz mental que se respira en el lugar y la amabilidad de su gente son dos aspectos de su ideosincrasia que se mantienen intactos, aunque pasen los años.
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Lobo de las Bodegas, Anaga (Tenerife) / Google maps
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Lobo de las Bodegas, Anaga (Tenerife) / Google maps
Por otro lado, Las Portelas, un pequeño pueblo del municipio de Buenavista del Norte que se encuentra pasando Masca, tiene actualmente 297 habitantes empadronados, aunque realmente viven allí unos cuantos menos. Hace años hubo dos colegios, pero a día de hoy están cerrados. No hay bares, solo un restaurante, y tampoco hay ninguna tienda de alimentación, ni siquiera una ventita, ni mucho menos un centro médico o una farmacia. Por lo tanto, al igual que en La Medida, los pocos vecinos que viven allí tienen que desplazarse a El Palmar, un pueblo que se encuentra a unos cinco kilómetros de distancia y que sí dispone de estos servicios. A pesar de estos inconvenientes, Conchita Báez, una vecina de la zona de 65 años de edad, no pierde la alegría y asegura que allí es muy feliz.
Otro buen ejemplo de cómo se vive en los sitios pequeños son los caseríos de Anaga, entre los que se encuentran Chamorga, Las Cumbrillas y Lomo de Las Bodegas. En este último vive José, que forma parte de los 15 vecinos que viven allí. En este pequeño pueblito no hay apenas servicios, tan solo un bar de comida casera situado a dos kilómetros, en Chamorga. Al estar ubicado en el Parque Rural de Anaga, todos los fines de semana se llena senderistas que acuden a la zona a hacer rutas. En cambio, durante el resto de la semana nadie pasa por allí y, por ello, los vecinos exigen una mayor implicación por parte de las instituciones no solo para los que vienen de fuera, sino también para sus residentes.