El PP no aprende

Asturias

El Partido Popular asturiano continúa a lo suyo. No aprende. Cuando parece que todo discurre internamente dentro de cierta normalidad algo pasa. Y surge una nueva crisis, o varias, que dan al traste con la deseable tranquilidad, que en la derecha regional es un bien prácticamente inalcanzable. Ni en los momentos con mejores expectativas, con la miel del poder en los labios en unas elecciones con las encuestas a favor, fueron capaces los populares asturianos de olvidarse de sus problemas internos, de sus personalismos. Pero es que incluso cuando obtuvieron el Gobierno acabaron enfrentados, perdiendo cualquier opción de repetir victoria en los siguientes comicios. No es tarea fácil, pero en el PP asturiano ya hubo dos cismas. Del primero surgió la Unión Renovadora, liderada por Sergio Marqués; y del segundo, Foro Asturias, el partido creado a imagen y semejanza de Francisco Álvarez-Cascos, quien, lo que son las cosas en el seno de la derecha autonómica, acabó siendo expulsado del mismo.

Si hay una junta local en el PP asturiano que se ha caracterizado a lo largo de los años por sus constantes crisis internas esa es la de Gijón. Y ha vuelto a las andadas. Su hasta ahora presidente, Mariano Marín, con un expedientado disciplinario abierto, no solo ha dimitido, se ha ido, y lo ha hecho sin escatimar críticas a la nueva dirección regional encabezada por Teresa Mallada: "circo de fieras", dice. Y a la que acusa de haber usado "todo tipo de trampas, artimañas y falacias" para lograr, según sus propias palabras, "mi dimisión forzosa".

En todo caso debe quedar claro que esta situación en la Junta Local de Gijón es el último capítulo, al menos por ahora, de la guerra abierta entre la anterior presidenta regional del PP, Mercedes Fernández, y la actual, la elegida por Pablo Casado, Teresa Mallada. Gijón era el último reducto que le quedaba a la primera, a la hora senadora. Y lo ha perdido, lo que no quiere decir que se haya rendido incondicionalmente. En el PP, aquí y en Madrid, siempre hay hueco para las grandes sorpresas. Y los nefastos resultados de Cataluña, antes o después, pueden acabar pasando factura, incluso en Asturias.