Hay plantilla para mucho más
Valencia Basket vuelve de la Copa después de firmar uno de los peores partidos de los últimos años
Valencia
Ya son varios años con este modelo de gestión deportiva en Valencia Basket. Ya sabemos que, excepto situaciones muy puntuales, el club opta por tomar las decisiones a final de temporada. Las notas, en junio. Es muy respetable. Sobre todo, porque los resultados globales avalan dicho sistema de funcionamiento. La paciencia sirvió en 2017 y 2019 cuando un sector considerable de La Fonteta cargaba y sacaba pañuelos contra Pedro Martínez o Jaume Ponsarnau. En los despachos se optó por cerrar filas y defender a los profesionales. La consecuencia: un título de Liga Endesa y una Eurocup.
Pero conocer la norma no impide hacer análisis intermedios. Y lo bien cierto es que, en lo relativo a la Copa del Rey, el equipo taronja deja una sensación muy preocupante. A todos los niveles, no solo en el banquillo. Hay un punto de intensidad, de hambre, de querer, de competir dejándose el alma que el grupo no encuentra con la facilidad que debería. Sobre todo, ante rivales con ADN competitivo como el Real Madrid de Laso. Los debates en torno al entrenador favorecen y dejan en segundo plano a muchos jugadores con una preocupante tendencia a la irregularidad y/o la desaparición en momentos clave. La agresividad bien entendida era ayer el primer mandamiento y Valencia Basket cometió el pecado mortal de saltárselo. Deck y Thompkins todo lo contrario.
Y luego está, claro, la pizarra. Tuve la impresión que la plantilla había preparado el encuentro para atacar a un rival con Tavares en pista. Cuando Pablo Laso decidió sentarlo transcurridos los primeros segundos, no hubo plan B. O, si lo había, no funcionó. Por otro lado, es alarmante la dependencia que tiene Valencia Basket de sus tiradores. Cuando los porcentajes no se disparan desde el perímetro, al grupo le tiemblan las piernas y pierde el rigor detrás. Meter cien puntos no es el único camino para ganar partidos de baloncesto. El camino hacia la victoria suele ser más corto desde la defensa. Es innegable que la ausencia de Vives y Sastre lastra y condiciona, pero no puede ser una coartada definitiva porque, con ellos en pista, también ha habido noches decepcionantes. Muchos se acordaban ayer de Derrick Williams y clamaban al cielo por el descarte. Podríamos poner en tela de juicio la planificación de la plantilla pero, atendiendo al rendimiento en pista, el americano tampoco se ha ganado mucho más. Quizá otro entrenador le habría sacado más partido, puede ser. Pero también es posible que hubiera pedido que lo cortaran por su tendencia a desenchufarse. Eso nunca lo sabremos.
De las tres competiciones que Valencia Basket afronta esta temporada, la primera ha concluido con fracaso. Faltan Euroliga -en la que el equipo se ha complicado el Top 8 por los mismos errores que le condenaron ayer- y Liga Endesa. Las doce victorias están ahí, pero también la obligación de seguir remontando porque el 4-6 inicial alejó mucho el objetivo de la tercera plaza. Esa es la posición que, objetivamente, debe ser el mínimo exigible para una gran plantilla que, a 12 de febrero, está muy lejos de su verdadero potencial.
Fran Guaita
Jefe de Deportes en Radio Valencia y director de SER Deportivos Valencia