Ocio y cultura

"La poesía debe estar en el botiquín para cualquier urgencia"

Juan José Téllez presenta en Radio Cádiz su poemario "Los amores sucios"

Fragmento de la portada de Los Amores Sucios, de Juan José Téllez / Aguilar

Fragmento de la portada de Los Amores Sucios, de Juan José Téllez

Cádiz

Juan José Téllez (Algeciras, 1958) acaba de volver a la poesía. "Nunca la dejé", advierte. Pero es ahora, diez años después de haberlo publicado versos por última vez, cuando ha reunido los poemas no descartados para lanzar Los amores sucios (Aguilar), un libro en el que aborda, en tiempos de aislamiento y de falta de contacto, la necesidad de manchar de experiencia, intimidad y profundidad el amor. "Echo de menos la noche", confiesa, en esta entrevista en Radio Cádiz, en la que equipara la poesía a una medicina.

Entrevista a Juan José Téllez

09:29

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Pregunta. ¿Por qué este regreso a los versos?

Respuesta. Nunca los he abandonado, aunque no los había publicado. Pero los he ido escribiendo con asiduidad, vamos, casi todos los días. Eso sí, también he roto poemas casi todos los días. Creo que es lo más recomendable. La poesía es un diálogo con uno mismo y uno mismo es el que tiene que elegir cuáles son las palabras que le representan. Y eso es un proceso selectivo, que lleva tiempo, y en el que no hay prisa porque nadie presiona para que publiques un libro de poemas. Eso es, sencillamente, maravilloso. Es la modalidad literaria en la que más libre me siento.

P. Son poemas al amor, que es fuente de inspiración de gran parte de la poesía. El amor se suele idealizar, pero aquí se habla de amores sucios. ¿Qué es lo que más mancha el amor?

R. Yo creo que el propio amor. El amor implica la pérdida de la inocencia. Cuando uno se enfrenta al amor es capaz de asumir actitudes que, a lo mejor, no hubiera asumido nunca antes de enamorarse. Este libro no solo habla de amores carnales, como diría Manuel Francisco Reina, de amores de carne y verso; habla de otros amores, amor por la utopía, por la ternura, por los hijos, la fraternidad del amor, que también es importante y qué es lo que queda después del amor para que la memoria del amor siga manchándonos por dentro. Este es un libro que habla también de los lugares donde transcurre el amor, que no son siempre paraísos idílicos o palacios exóticos. El amor sucede en una oficina, en mitad de un polígono industrial o en un piso de estudiantes. Son lugares tan sucios como el amor que nos tizna de por vida. Nadie sale ileso del amor. Decía Carlos Cano "qué raro es el amor, el amor nunca termina bien.

P. Dice uno de sus versos "qué jóvenes fuimos todos los veranos, qué libres creíamos que seríamos siempre". Habla ahí de la inconsciencia de la juventud, pero también se puede ver desde el punto de vista de la pandemia. No fuimos conscientes hasta que llegó de todo lo que teníamos. ¿Ve cierto paralelismo?

R. Bueno, la fábula de que viene el lobo es muy antigua. El ser humano no escarmienta. Por mucho que hubiera voces que alertaran de la invasión de los bárbaros o de la epidemia de pestes medievales. La humanidad no asume las malas noticias hasta que las tiene encima. La posibilidad de que un virus alterase nuestra forma de vida o fuera utilizado, de manera accidental en este caso, o de manera consciente para controlar el mundo, estaba en la hoja del ruto de la humanidad. Después de haber sobrevivido el siglo XX, el ser humano debería saber que la historia es como Murphy: la tostada siempre cae del lado de la mantequilla y si era posible que algo de esto pudiera ocurrir, pues al final ha ocurrido. Lo mismo con el cambio climático y seguimos sin tomar medidas para evitar lo que está pasando. Los que somos cinéfilos estamos buscando en Internet a ver si se están organizando de viajes de colonización a otros planetas porque este, visto lo visto, no va a tener salvación a bastante corto plazo.

P. Llega el libro justo en la época en la que no nos podemos tocar ni abrazar, y es cuando más añoramos lo que teníamos antes. ¿Qué es lo que más echa de menos?

R. Yo, la noche. Mi hábitat es la noche. Hay gente que se ilumina con el amanecer y yo normalmente cuando he visto el amanecer es cuando estaba regresando a casa. No sé si fui periodista porque se trabajaba de noche, hasta que inventasteis las tertulias de radio tan madrugadoras. No sé si me gusta la noche porque soy periodista, pero la noche es mi territorio y me lo han transformado. Ahora la noche no es un bar hasta las tantas, si no es un ordenador en casa, un televisor encendido. Yo quiero recuperar la otra noche, que es más mía que esta y espero que, entre todos, logremos hacerlo y consigamos reconquista la vida y evitar los negros augurios sobre el futuro de los seres humanos.

P. ¿Y son buenos tiempos para la poesía?

R. Yo creo que la poesía puede estar perfectamente en el botiquín para cualquier urgencia. La poesía es un mensaje de náufrago metido en una botella. Uno nunca sabe si ese mensaje va a llegar a alguien y si esa persona va a poder interpretar lo que el mensaje oculta. La poesía es un diálogo con el misterio y más misterio que el que estamos viviendo imposible. Yo suelo decir que la poesía me ha ahorrado muchas facturas en el psiquiatra. Las consultas de salud mental han crecido exponencialmente desde marzo del año pasado. La poesía no cura, pero es un placebo para la magia y la magia es importante para la vida. Es importante que los seres humanos sintamos un atisbo de magia en nuestras vidas para que esto tenga un poco de sentido y no solo sea un trabajo, o la angustia de la cola del paro o no poder pagar la renta. La vida es también que unos ojos mágicos se fijen en los tuyos y ponerlo por escrito es saludable.

Pedro Espinosa

Pedro Espinosa

En Radio Cádiz desde 2001. Director de contenidos de la veterana emisora gaditana. Autor del podcast...

 
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