Verdad y saber

Córdoba

Ansiábamos comenzar 2021 con la esperanza de dejar atrás falsas nuevas normalidades y comenzar a construir otras con las enseñanzas aprendidas, pero el cambio climático, quizá celoso del protagonismo adquirido por la pandemia, se ha encargado de recordarnos que también es preciso hacerle caso urgentemente. Y nos avisa de lo que puede suceder si ambos, y otras piezas de la problemática global en la que estamos inmersos, empiezan a conjugarse y crear nuevos despropósitos e incertidumbres.

En esas conjunciones periodistas y ciudadanos sufrimos además la derivada de las falsas noticias, la institucionalización de mentiras y silencios o la sustitución de los hechos por realidades alternativas interesadas en manipular agravios, sentimientos y emociones. Y para evitarlo es preciso encontrar, también, la vacuna correspondiente que aplicar en los ámbitos de la clase política y de las redes sociales. Así que es de agradecer que el nuevo inquilino de la Casa Blanca lo haya convertido en uno de sus más inmediatos objetivos. Hechos sagrados y opiniones libres forman, junto con la verdad, la esencia de la buena información.

Si el pasado domingo fue el patrón de los periodistas, hoy es el de los universitarios. Una ocasión para recordar que si hay algo peor que no aprender es no querer aprender. Y las últimas semanas están siendo elocuentes sobre las consecuencias de las lecciones no aprendidas tanto por administradores como por administrados. La formación y el conocimiento son dos de las mejores armas no solo a la hora de combatir la mediocridad y la desinformación sino también a la de propiciar las soluciones científicas que impidan que algo que carece de vida nos prive de ella. Y de cuanto significa vivir. Quiero pensar que Tomas de Aquino y Francisco de Sales firmarían todo lo anterior conmigo. Aunque me gustaría ver como el primero habilitaría hoy sus debates virtualmente y el segundo distribuiría sus hojas volanderas por Whatsapp.