'El mejor equipo de la Historia', por Pepe Belmonte
Escucha aquí el comentario de opinión semanal para el programa Hoy por Hoy Murcia del catedrático de Literatura de la UMU
Murcia
'El mejor equipo de la Historia', por Pepe Belmonte
Micromentario / Pepe Belmonte (21-12-20)
02:27
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Hace unos días se nos daba a conocer el mejor equipo de fútbol de todos los tiempos. No faltaron jóvenes y viejos conocidos de los aficionados a este deporte: Ronaldo, Messi, Beckenbauer, Pelé...
En dicho conjunto, donde, por cierto, no aparecen ni Di Stefano ni Johan Cruyff, lo cual resulta chocante, sólo hay un español, aunque lo mismo se ofende el muchacho por llamarle español.
Me refiero a Xavi Hernández, el que fuera centrocampista del F.C. Barcelona y que terminó su carrera deportiva en Catar, un país, por cierto, muy demócrata, como ustedes saben.
A raíz de este mejor equipo de fútbol de toda la historia, he pensado cómo configuraría yo mi alineación personal, pero, esta vez, en el mundo de la literatura.
Tiraría para casa, eso por descontado, y trataría de hacer la justicia que merecen los nuestros. No faltarían, desde luego, por orden cronológico, ni Garcilaso, ni San Juan de la Cruz, ni Cervantes, ni Quevedo, ni Lope de Vega, ni don Benito Pérez Galdós, que todavía, por estas fechas, sigue celebrando el centenario de su nacimiento.
Y aún pondría en el banquillo, por si tuvieran que saltar al campo, a Calderón, a la condesa de Pardo Bazán y al vasco Pío Baroja, el inventor de la novela de acción.
Y junto a ellos, codo con codo, los míticos Homero y Virgilio, el gran Shakespeare, algún novelista francés (como Flaubert o Stendhal), un inglés (Dickens, sin duda) y un ruso del siglo XIX (Tolstoi, por su Ana Karenina).
Y, después, mi admirado Constantino Cavafis, la extraordinaria Virginia Woolf, y algún hispanoamericano, como Juan Rulfo, y algún estadounidense, como el poeta Walt Whitman, o bien el novelista William Faulkner, al que no conocen ni en su casa a la hora de comer, pero que siempre resulta emocionante por el hermetismo y la oscuridad de su prosa.
¿Y de entrenador? Ahí sí que lo tengo mucho más claro: Anónimo. Sí, el Anónimo que escribió gran parte de la antigua literatura, el autor de los romances viejos y del Lazarillo de Tormes.
Y así, de esta manera, lo protegeríamos de las insidiosas preguntas y de las duras críticas de los periodistas deportivos, que son siempre la caraba.