Disparidad de opiniones y preocupación tras el primer día con el interior de locales de restauración cerrado
La lluvia y el frío se unen al COVID y pondrán a prueba la subsistencia de muchos locales

PALMA
Cerrados el interior de bares y restaurantes. Este jueves han entrado en vigor las nuevas restricciones en los locales de restauración de Mallorca, con la entrada de la fase 4 de alerta sanitaria en Mallorca.
Sillas y mesas recogidas, a un lado, y locales vacíos. El panorama dentro de los establecimientos es descorazonador, cuanto menos. Recuerda a los primeros días de desescalada, allá por mayo, cuando aún el temor por el coronavirus se palpaba en el aire.
El silencio lo rompe el trasiego de camareros y el ruido de platos, fogones y cafeteras. Esto alerta de que algo se cuece y la sorpresa nos la llevamos al salir: terrazas repletas de personas comiendo, charlando o tomando café. Contraste total el que se vive en el interior y el exterior, casi dos realidades paralelas. Fuera la pandemia parece casi ni existir, a no ser por alguna mascarilla que queda sobre la mesa.
Aunque en las terrazas el aforo está reducido hasta el 75%, apenas se nota. Las mesas están en muchas ocasiones a menos de un metro de distancia y no se ven geles desinfectantes con facilidad. Los comensales disfrutan como de costumbre, sin importar si estamos en fase 4 o 1.
En principio las restricciones se extenderán hasta el 28 de diciembre, momento en que se revisarán. Pero desde el Govern ya advierten de que es probable que las tengan que alargar hasta principios de enero. Todo depende de los datos epidemiológicos, que, por ahora, no acompañan.
Los restauradores están desesperados. Hemos halado con Pilar Reyes, regente del bar Cándido, en Son Rapinya. Desde este jueves, el primer día con el interior cerrado, ha notado un bajón de clientes y dice que, si la cosa sigue igual, se plantea echar el cierre hasta que las medidas se relajen.
"Hoy ha sido muy flojo. La gente todavía lo que quiere es entrar dentro, porque con el frío que hace no quiere estar en terraza. Nosotros intentaremos aguantar un poquito, con la terracita pequeña que tenemos y ya veremos. Si en un par de días vemos que no va bien, echaremos el cierre", cuenta la gerente de este bar. "Facturamos un 60% menos. Y esto, si no llueve. Como llueva, tienes un 100% de pérdidas, porque nadie se va a sentar lloviendo en la terraza, evidentemente".
Critica la falta de ayudas que les ayuden a subsistir a estas restricciones. Y es que los restauradores, aunque cierren sus locales por falta de ingresos, han de seguir pagando todos los impuestos y tasas: "Si nos dicen de no pagar este trimestre los impuestos o la tasa de autónomo, bueno, no te ayuda a comer, pero sí te ayuda a que no te ahogues, porque comer, aún puedes comer pan con aceite. Pero, no, el impuesto lo tengo que pagar sí o sí, y si no, morosa", cuenta enfadada Pilar Reyes.
Katia, que trabaja de camarera en otro bar de Palma, cree que se criminaliza al sector de la restauración y se muestra así de crítica con estas nuevas medidas más restrictivas: "Trabajo en la hostelería, soy camarera y opino que son restricciones incoherentes, teniendo en cuenta que están haciendo, por ejemplo, árboles de Navidad donde se está juntando muchísima gente, y en centros comerciales y demás sitios de por el estilo...Si yo no puedo trabajar, no puedo comer, pero puedo ir a un sitio con aglomeraciones".
Y entre los clientes,opiniones confrontadas. Hay quien, pese al aumento de contagios y restricciones, va a seguir acudiendo a bares y restaurantes. Argumentan que vida social y que es algo cultural.
"Seguiré saliendo lo mismo, cumpliendo las normas, pero no me va a afectar el salir, porque es lo que he hecho siempre. Intento respetar las medidas, pero al final la vida sigue y no me voy a quedar amargada en mi casa", recalca Patricia. "Nuestra cultura está aquí, en los bares, afortunada o desafortunadamente, no lo sé", dice un vecino palmesano, sentado en la terraza de un bar junto a cuatro amigos.
Pero no todos opinan en esta línea. También hemos encontrado clientes que aseguran que ahora, en fase 4, van a salir lo mínimo posible y siempre teniendo en cuenta el clima. El frío no es amigo de la restauración.
"Si vengo a una terraza, será a una que calefacción, porque, así como ayer hacía buenísimo y se podía estar en cualquier sitio, hoy te quedas helado", comenta María. "Nosotros no salimos mucho a comer fuera, pero es que tampoco tienes las mismas opciones. Hay muchísimos locales que no tienen el privilegio de tener terraza y han tenido que cerrar", pone de relevancia otra vecina de la capital balear.
Tras el recorrido que hemos hecho en bares y restaurantes de Mallorca este primer día con los interiores cerrados, concluimos que el clima jugará un papel fundamental. La lluvia y el frío se unen al COVID y pondrán a prueba la subsistencia de muchos locales.
La restauración queda en manos de la fidelidad de sus clientes y de lo que las instituciones les permitan, con medidas tan cambiantes. De lo poco que se saca en claro es que, si los contagios y las restricciones no se alivian, cada semana encontremos menos terrazas en las calles y más locales con las verjas cerradas. Algo que nos recuerda la grave crisis económica y social a la que nos enfrentamos, tras una emergencia sanitaria que todavía continúa.