Sobre medallas y otros privilegios
Comentario Ana Castaño 11.12.20
01:58
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Asturias
Recientemente la ministra de Defensa declaro que estudiaría cómo despojar de sus privilegios a los militares que habían participado en el chat golpista.
Si bien Margarita Robles hablaba solo del uso del uniforme o del acceso a ciertos establecimientos, sus palabras me sirven para hablar esta tarde de los privilegios que acompañan a la concesión de condecoraciones.
Cuando ven a un militar o a un policía con el pecho cuajado de medallas quizá piensen que se trata de un mero reconocimiento honorifico. Pero nada más lejos de la realidad: Una parte de las condecoraciones que se conceden en el ámbito militar y también en el de la policía o guardia civil, conllevan una ventaja económica, que se concreta en un incrementado de retribuciones de carácter vitalicio.
Este incremento, que además es acumulable: a más medallas más ingresos, no es ninguna anécdota. Cada condecoración puede representar un aumento del 20% del sueldo. Siendo así, no es de extrañar que, por ejemplo, en el año 2017 el Ministerio de Interior haya tenido que destinar 17,8 millones de euros a pagar recompensas por medallas.
Así están las cosas. Empleados públicos - en democracia eso son policías, guardias civiles y militares-, al servicio del Estado y retribuidos con fondos públicos que gozan de un sistema particular de recompensa gracias al cual, algunos de ellos, perciben una pensión superior a la del resto de personas que acceden a la jubilación.
Y esta peculiaridad, este privilegio, no tiene justificación. Solo en el ámbito de la función pública, trabajan muchos otros profesionales que desempeñan labores de gran importancia para conjunto de la sociedad (piensen en sanidad o educación) sin que reciban otra contraprestación que su salario y que cuando se jubilan perciben, lógicamente, su pensión de acuerdo con las normas generales.
Bien avanzado el siglo XXI, y con más de cuarenta años de democracia, va siendo hora de que se acaben estos privilegios decimonónicos que sitúan a los "hombres de uniforme" en un mundo particular y diferenciado al del común de los mortales.