La calle de Salvá, antigua de Pobres Estudiantes
La angosta y tortuosa calle de los pobres estudiantes fue dedicada al bibliófilo Vicente Salvá a finales del siglo XIX, y tras las actuaciones urbanísticas del XX, ahora luce ancha y rectilínea en el centro comercial de la ciudad
Valencia
A mediados del siglo XIX, la ciudad de València, todavía amurallada, era un enjambre de calles tortuosas y estrechas en un entramado medieval de aspecto moruno dominado por las decenas de campanarios que sobresalían sobre el vetusto caserío. La fisonomía de la ciudad ha cambiado mucho desde entonces, pero gracias a la literatura, a la cartografía y a las reseñas realizadas por viajeros, sobre todo extranjeros, podemos reconstruir de forma fidedigna como era aquella València decimonónica que empezaba a transformarse a pasos agigantados.
Revisar la onomástica urbana de València también nos permite viajar en el tiempo, trasladarnos doscientos años atrás y recorrer sus calles rotuladas con los singulares nombres de origen popular que todavía se encontraban en el nomenclátor. Si nos situásemos por ejemplo en la plaza de las Barcas, junto al Teatro Principal, podríamos llegar a la Universitat recorriendo la calle de les Granotes, la de Bordellets Negres, la de la Muda y la del Forn de les Rates hasta llegar a la de Pobres Estudiantes, justo en la fachada meridional de la Nau. En esta sinuosa y larga calle, denominada también como calle del Hospital de los Estudiantes, se fundó en 1540 esta un hospital destinado exclusivamente a dar asistencia y albergue a escolares y estudiantes pobres, enfermos y necesitados que cursaban sus carreras en el contiguo Estudi General. Con el tiempo, esta cofradía, como era habitualmente entonces, acabó por dar nombre a la calle, conocida como carrer de Pobres Estudiants. Este hospital fue desamortizado en el siglo XIX y sus dependencias pasaron al Hospital General. El nombre de la calle, considerado vulgar y malsonante, fue cambiado en 1882 por el apellido del bibliófilo, editor y político valenciano Vicente Salvá y Pérez (València, 1786- París, 1849).
Vicente Salvá nació en nuestra ciudad en el seno de una familia dedicada al arte de la seda, donde se empapó del gran amor que profesaba su padre a los libros. De carácter autodidacta y con una asombrosa inteligencia, Vicente realizó sus estudios en las Escuelas Pías y se licenció en Filosofía, Derecho, Teología y Griego en la Universitat de València. A los 18 años ya era profesor de griego y con 24 fundó junto a su cuñado la sociedad Mallén, Salvá y Compañía para la comercialización de libros. El convulso periodo de inestabilidad política y social que le tocó vivir, le condujo a varios exilios, primero tras la guerra del Francés y posteriormente tras la restauración absolutista de Fernando VII. Vivió en Londres y París, donde regentó librerías de gran prestigio. De ideología liberal y progresista, llegó a ser regidor del Ayuntamiento y diputado a Cortes, pero abandonó la política para dedicarse en cuerpo y alma a su gran pasión, catalogar la colección de libros que poseía con más de 4.000 volúmenes de una riqueza incomparable y custodiada en su vivienda el número 10 de la calle de la Nave. Pero Vicente Salvá murió en 1849, y tuvo que ser su hijo Pedro Salvá el que acabase de documentar toda la colección en un catálogo que fue publicado en 1872. La biblioteca de Salvá, considerada la mejor de València después de la de la Universitat, fue malvendida por los herederos de Pedro en 1873 por una cantidad cercana a las 140.000 pesetas. La gran colección de Salvá salió de València y se perdió su rastro para siempre.