La otra plaga

Asturias

Respiramos con el acuerdo en Arcelor que permite levantar el cierre patronal y desbloquear el conflicto. Con el impulso del Ejecutivo regional y la responsabilidad de ambas partes desconvocando huelgas y cierres, se hace más más fácil negociar, sin que ello quiera decir que la situación sea ahora mejor ni el futuro más halagüeño. La pandemia lo ha arrasado todo. Lo primero y más importante, la vida de miles de personas y, la segunda, la economía mundial.

Asturias vive momentos críticos, pendiente de doblegar la curva de la segunda ola, de presentar unos proyectos que transformen su industria de la mano de Europa y de resolver su maltrecha economía, sustentada por unas multinacionales que actúan como motor de miles de pymes.

No quiero pecar de pesimista, porque creo en la capacidad de nuestra región para hacer frente a las crisis, llevamos décadas demostrándolo, ni dudo de la tenacidad de sus trabajadores, que viven reconvirtiéndose desde hace generaciones. Lo único que me hace dudar es la solvencia del Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Y me estoy refiriendo a una cuestión capital, de la que todos hacemos bandera: el estatuto eléctrico. Dos años dándonos largas, dos años de palabrerías y promesas incumplidas. Más de 600 empresas cuyo futuro depende de que se regule el precio de la electricidad.

Asturias no pide más que otras regiones. Solo pide justicia y que la dejen conectada, seguir luchando. Pero necesitamos competir en igualdad de condiciones. Si no, es imposible. Solo quedará paro y más paro. Porque seguro que venceremos la pandemia, volverá a abrir la hostelería, regresarán los turistas... Pero que nadie olvide que sin industria no habrá nada. Basta ya de que el Gobierno central siga dando largas a Asturias, jugando a la ruleta rusa con nuestro futuro. En esta partida quedan muy pocas cartas y están marcadas.