De fabadas y de orgías
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Comentario Marisol Delgado 07.12.20
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Asturias
Todos los seres humanos estamos llenos de contradicciones, de incoherencias más o menos graves entre lo que pensamos, sentimos o decimos y lo que realmente acabamos haciendo.
Yo, sin ir más lejos, soy capaz de comer tranquilamente dos buenos platos de fabada, con su compango, por supuesto, y luego echar sacarina en la menta poleo.
Somos seres contradictorios cuando promulgamos unos principios que luego vulneramos, cuando criticamos a otras personas por cosas que nosotros también hacemos o cuando llegamos a la hipocresía de vivir una doble vida, una de cara a los demás y otra, la que no queremos que nadie sepa.
Supongo que esto último es lo que le ha ocurrido al ultraderechista eurodiputado húngaro, tan empeñado él en la criminalización de la lucha por los derechos de gran parte de la población de su país y de toda Europa, y que, mientras disfrutaba con otros 25 "respetables" ciudadanos en orgías con jovencitos en plena pandemia, quizá estaba planeando la siguiente ley contra el colectivo LGTBI.
Probablemente debe ser también incongruencia lo que les ocurre a quienes se autodefinen como constitucionalistas y se olvidan de algunos de los artículos de nuestra ayer conmemorada Constitución, comenzando por el Artículo 1, ese que establece la pluralidad política.
El problema es que no es lo mismo ir en contra de los Derechos Humanos o ignorar los Derechos Fundamentales que comer fabada... Aunque sean dos platos.