25 de noviembre: la realidad ya es suficientemente dura

Asturias

Este miércoles se ha celebrado el día internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres, cuya expresión más extrema lo constituye en nuestro país el asesinato, en lo que va de año, de 41 mujeres a manos de sus parejas o exparejas.

Cuando estos días escucho los mensajes que se lanzan desde algunos sectores del movimiento feminista - digo algunos, porque el movimiento feminismo es diverso, plural y heterogéneo y no conviene simplificar y considerar a una parte como el todo- me invade una cierta perplejidad, porque me parece que hay un empeño por presentar la situación de las mujeres con tintes apocalípticos.

Es necesario denunciar situaciones en las que la violencia machista, quizá por ser menos evidente o brutal, puede pasar desapercibida; pero me parece que no se ajusta a la realidad y, además, creo que no nos beneficia en absoluto a las mujeres, la descripción de un mundo en el que sufrimos continuas agresiones y de una sociedad en la que apenas si ha habido avances.

Cuando observo estas posiciones, me asaltan una serie de dudas. Permítame que algunas de ellas las comparta a modo de pregunta:

¿Es ese el mejor mensaje que se puede dar a una mujer que convive día a día con su maltratador?

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¿Es razonable mezclar, casi en una misma frase, la violencia extrema que representa el asesinato con otro tipo de manifestaciones de la desigualdad como los micromachismos?

¿De verdad queremos que las nuevas generaciones que se incorporan al feminismo desconozcan de dónde venimos, las batallas que hemos ganado y los avances sociales que hemos logrado?

¿Tenemos más razón y es más justa nuestra lucha por describir la realidad como una constante tragedia?

Claro que hacemos lo correcto cuando nos enfrentamos a la violencia machista, cuando denunciamos las manifestaciones más obscenas de desigualdad y, también, cuando contribuimos a que afloren las discriminaciones más sutiles, pero me parece que para ello, compañeras, amigas, no es preciso dramatizar.

Porque, para cientos de miles de mujeres en este mundo, la existencia ya es de por si lo bastante dura y difícil y, por tanto, estamos sobradas de razones para rebelarnos y movilizarnos los 365 días del año.