'Nueve leyes para un fracaso de todos', por Ruiz Vivo

Murcia

Nueve leyes para un fracaso de todos

No me acaba de convencer la Ley Celáa. No me gusta la Ley Celáa. Tampoco me entusiasmaba la Ley Wert, para serte claro. Me gusta que se apoye a la escuela pública, pero sin eso suponga aguijonear a la concertada. O que se arbitren medidas para que en una familia humilde no falte una Tablet no para que el hijo juegue, sino para que estudie. Me gusta que se apoye la diversidad, pero sin perder las raíces. No me gusta que al idioma español que tú y yo hablamos se le vaya a tratar como a un idioma extranjero en una parte de España llamada Cataluña.¿ Qué es eso de que el español es una lengua vehicular?. No me gusta la sombra de duda que se establece sobre el futuro de los colegios de Educación Especial, que son muy necesarios. No me gusta que los padres no tengan libertad para elegir centro donde sus hijos reciban educación. Y no me gusta, en definitiva, que en este país una ley de educación nazca moribunda por falta de consenso, de diálogo y de esfuerzo común.

El enano infiltrado bucea en la hemeroteca y no deja de sorprender el dato: Esta Ley Celáa que, insisto nace moribunda por falta de vasos comunicantes, es la novena que nos agenciamos en este país desde la transición. Nueve leyes como lo oyes. Lo primero que hace cada gobierno es derogar la del ejecutivo anterior y preparar la siguiente. Villar, Otero, Solana, Suarez Pertierra, Pilar del Castillo, San Segundo, Wert y Celáa. Leyes de ucedé, del pepé y del psoe en solitario y psoe con unidas podemos. Todo el arco parlamentario, para que me entiendas, y no hemos logrado ponernos de acuerdo en algo tan fundamental como es la educación.

Que en España se hayan sucedido nueve leyes, nueve leyes de educación y no se haya consolidado ninguna; no solo es un fracaso de la clase política, no solo es un fracaso de los políticos ( que lo es) , es un fracaso de todos. Permíteme que te lo diga.

Vivimos tiempos difíciles con una pandemia que también es una capa que todo lo tapa. Vivimos tan pendientes del bicho, que no llegamos a valorar adecuadamente, las cosas que pasan. Vivimos tiempos difíciles con decisiones difíciles de díficiles tragaderas: ministros que critican al jefe de estado, ministros que se critican unos a otros, pactos contra natura con formaciones independentistas, etc. etc.

Únete al canal de WhatsApp de la SER

Pero de todo ello, lo más difícil de asimilar es que no seamos capaces de establecer un marco de consenso sólido y firme sobre algo tan fundamental como la educación de nuestros hijos. Y eso es un rotundo fracaso. Es un fracaso de la sociedad porque una sociedad que acepta que le estén cambiando las reglas fundamentales de la educación cada cuatro años es una sociedad que no goza de buena salud. De modo que en estas cuestiones políticas que tanto influyen en nuestra vida cotidiana, no hay vencedores ni vencidos. Hay perdedores. Y los perdedores somos todos.