"Tenía la sensación de que pasaba a la vida": el relato de un superviviente de COVID-19 tras 21 días en la UCI

Gijón

Rafa Lorenzo (Gijón, 1957) es un todoterreno. Periodista con ADN SER, pocas cosas se le han resistido a este asturiano de 63 años. Guionista, director, productor... sus experiencias darían para escribir un libro. Sin embargo, hace un mes un 'invitado' inesperado se coló en su vida sin avisar para cambiarle los planes. Era el coronavirus.

Tras tres semanas en la UCI y una en planta, Rafa ya ha vuelto a trabajar. Lejano o cercano, lo cierto es que atina a calificar su recuerdo sobre la enfermedad como "irreal, una sensación bastante extraña. Lo veo lejano porque hace un mes estaba en cuidados intensivos y no podía tenerme en pie y ahora, aunque débil y con algunas carencias, me he incorporado a la vida laboral", ha explicado durante una entrevista en SER Gijón. 

UCI 3, box 32. Esta ha sido su 'vivienda' durante 21 días. Un tiempo tras el cual tuvo que aprender, de nuevo, "a dar los primeros pasos". En su testimonio no se puede olvidar de Sara, "una fisioterapeuta maravillosa" que se convirtió en su apoyo. "Todo fue un shock. Despertarme en una habitación que no conocía... Soy una persona bastante independiente y necesitar de alguien para todo no lo llevaba muy bien aunque, lo cierto es que, yo solo no podía", ha asegurado.

El Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) ha puesto en marcha una técnica experimental que consiste en tratar a pacientes críticos con plasma de personas que han pasado la enfermedad. Rafa fue uno de los 22 que recibió sangre y no quiere olvidar al personal sanitario que le estuvo tratando. "Son maravillosos profesionales y personas. No se limitan a cumplir con su función, sino que te cuidan, te miman y te escuchan. En un momento tan delicado, tan complicado y un escenario tan difícil como la UCI eso es sumamente valioso", ha recordado.

Al gijonés hay varias imágenes que no se le borran de la cabeza. Una de ellas cuando abandonaba la UCI, día por cierto en el que "dejé de ser supersticioso porque fue un martes y 13", ha afirmado sonriente. "Me recogieron en una silla de ruedas y cuando vi la puerta al fondo es como un recuerdo a cámara lenta de los aplausos de los sanitarios de la UCI y mis aplausos hacia ellos. Tenía la sensación de que pasaba al lado de la vida, dejaba la parte más oscura y al fondo veía la luz". Sin embargo, no es la única. "Cuando voy a salir, miro a la derecha y veo a un señor en un box desnudo, tumbado boca abajo lleno de cables y aparatos. En ese momento, esa imagen me explicó de dónde venía porque yo había sido él. Me produjo una extraña sensación, una emoción muy difícil de controlar y luego una pena inmensa porque me enteré, unos días más tarde, que no tuvo la misma suerte que yo", ha lamentado.

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Medios y familia

La vuelta a la normalidad conllevará un tiempo. De hecho, Rafa ha reconocido que todavía no es capaz de consumir informaciones sobre el coronavirus. "Es una cobardía y seguramente una falta de responsabilidad, pero no lo quiero saber todo". Más que querer, en este caso, es poder. "Todavía no me encuentro tan limpio emocionalmente como para leer noticias sin que me afecten de una manera tan brutal como me puede afectar. Cuando empiezan con los datos me agobio muchísimo y, además, después de salir del hospital he tenido problemas de ansiedad y eso no favorece nada que pueda estar tranquilo".

Rafa es un superviviente, pero no es el único de su familia ya que su madre también ha pasado el coronavirus. "Mi madre no tuvo un episodio tan complicado como el mío pero tiene más años y estuvo viajando por varios hospitales de la región. Me entra un sentimiento de culpa porque vivo con ella y el que entra y sale soy yo. He procurado ser muy cuidadoso pero algo hice mal en algún momento y me toco la china", ha apuntado. Empieza la semana y Rafa regresa a los rodajes. El día a día pone de nuevo, poco a poco, las cosas en su sitio. Es la vuelta a la vida y el COVID-19 no está presente en ella.