Luz al final del túnel
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Comentario Carlos Prieto 10.11.20
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Asturias
En este valle de lágrimas por el que transitamos, con angustia, pena y desesperación, engullidos por una segunda ola del coronavirus que nos ha sorprendido a todos por su ferocidad, la noticia de que una vacuna tiene una eficacia del 90% nos ha devuelto la esperanza de que esta pesadilla se acabe en los próximos meses. El mundo se sacudió las tensiones tras conocer el éxito de la farmacéutica norteamericana, un laboratorio de prestigio, que entre sus logros está la producción a gran escala de la penicilina y la viagra. Hablamos de investigadores reconocidos, que no juegan a ser adivinos, ni brujos, ni chamanes, ni permitieron que el megalómano Donald Trump se adueñase de su éxito en las elecciones, retrasando su anuncio una semana. Las Bolsas se apresuraron a celebrar tan dichoso descubrimiento, muchas empresas recuperaron el optimismo y a la mayoría de ciudadanos se nos humedecieron los ojos pensando en que esto puede tener pronto un final.
Me está resultando muy difícil sobrevivir en esta situación, en este mundo en que casi todas sus estructuras se derrumban y en el que estamos cambiando todos nuestros hábitos de vida. Es durísimo asimilar los miles de infectados diarios, los cientos de muertos, la mayoría ancianos inocentes a los que se les ha privado un final de vida digno, o ver la angustia de hosteleros, tenderos, autónomos a los que les han robado sus sueños. Calles vacías, silencios infinitos. Geriátricos sellados a cal y canto con gente dentro; hospitales saturados, una UCI en un gimnasio, y un hospital en la Feria de Muestras. Demasiado duro. Muy difícil de soportar. Por eso hoy quiero agarrarme a la esperanza de que la vacuna de Pfizer sea un éxito. A que haya luz al final del túnel.