'En tan solo una semana, el Paraíso de Dante se ha llenado de artistas', por Pepe Belmonte

UN HÉROE DE PACOTILLA.

Transcurrido el primer mes desde que se inició en la Universidad de Murcia el curso en la modalidad de semipresencial, el balance puede considerarse positivo.

De entrada, los chicos están demostrando una buena disciplina, cumpliendo todos los protocolos, y desde el rectorado, con José Luján al frente, se hace todo lo posible para que no se resienta la calidad de enseñanza y se impartan las asignaturas como en los mejores tiempos de la normalidad.

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Los inicios fueran duros. Había que adaptarse a las nuevas circunstancias y no todos estamos preparados para saber manejar las muchas herramientas que nos ofrece la moderna tecnología. Pero la prueba ha sido superada y quienes –profesores o alumnos– siguen la docencia desde sus casas se sienten cómodos y bien atendidos.

A pesar de todo ello, cierto ex rector, que no quiso presentarse a la reelección por su impopularidad y por su mala gestión durante sus cuatro años de mandato, pide insistentemente, desde las redes sociales, que la universidad cierre cuanto antes sus puertas.

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Este personaje, de infausto recuerdo, me trae a la memoria a nuestro Cid Campeador que, según la leyenda, ganó batallas después de muerto. Sólo que el que fuera rector olvida por completo que ese papel de salvador de la patria sólo está reservado a los héroes, condición que él no cumple.

VIAJE A NINGUNA PARTE.

Esta pasada semana moría Sean Connery, un gran actor al que un servidor recuerda, sobre todo, por su papel de Guillermo de Baskerville, el fraile franciscano de la película El nombre de la rosa, basada en la espléndida novela homónima de Umberto Eco.

Y pasaba a mejor vida uno de mis músicos de jazz favoritos, el saxofonista y compositor Pedro Iturralde. A él le debemos la espléndida banda sonora de la película de Fernán-Gómez El viaje a ninguna parte.

Entre los nuestros, entre los más cercanos, también se nos marchó, con más de noventa años a sus espaldas, el novelista lorquino José María Castillo Navarro, que, como Fray Luis, andaba retirado del mundanal ruido desde hacía décadas.

Castillo Navarro fue, junto con el caravaqueño Miguel Espinosa, el único escritor nacido en nuestra región que había conseguido el Premio Ciudad de Barcelona, además de haber sido proclamado finalista del Premio Planeta en la década de los cincuenta, cuando estaba en el cénit de su carrera.

Nos deja, eso sí –como Connery sus películas e Iturralde sus melodías–, sus muchas obras, y la necesidad de reeditarlas y darlas a conocer para que su memoria se mantenga viva.

En tan solo una semana, el Paraíso de Dante se ha llenado de artistas.

Pepe Belmonte