Álvaro Tato
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Comentario Chema Caso 28.10.20
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Asturias
Sí sé porqué acabé pensando en Juana de Asbaje, Sor Juana Inés de la Cruz, mientras me anegaba placenteramente en la velocidad y el ritmo de los octosílabos. Fue este pasado domingo en el Jovellanos de Gijón disfrutando de una función tan clásica como vanguardista: Todas hieren y una mata del excelso poeta y dramaturgo, si es que no es la misma cosa, Álvaro Tato. Primera obra en verso del siglo XXI que cerraba en Gijón lo que el sábado había comenzado en La Felguera. Aquí los Ron Lalá y su Juan Rana y allí los Ay teatro escritos, dibujados, soñados por este madrileño del 78, como la Constitución, pero bastante más al día, en lo de la corona me refería, y tal ágil y brillante como para entusiasmarnos con una comedia de capa y espada contada por una profesora de Secundaria que rompe el clasicismo instalándonos en él. Los contrarios se reclaman y rescatan al otro. Aquí, por género, morfológico y literario también, a el otra comedia áurea.
Va calzando Álvaro Tato los zapatos de Tirso y Calderón aunque él se dice más devoto de Lope y toda su escuela popular. Pero según se disparan o caen las horas que hieren y una mata, polisemia del título que deshace no bien arranca la función y resume a su vez la índole de su gran talento, ha ido incorporando con los años la sombra, "piramidal funesta de la tierra". Pasos de este peregrino errante, como Cervantes En un lugar del Quijote. Ya se sabe: "No hay vacuna ni aspirina/ que cure la Cervantina".
Le esperamos de vuelta y muchas gracias mientras tanto.