Respeto para atención primaria

Córdoba

Hace unos días, estando trabajando, noté como un vaso se rompía y se me inundaba la conjuntiva a modo de hemorragia. Por la tarde al ver a mis nietos me preguntaron: ¿abuela te han roto el ojo en el trabajo?, yo pensé: pues casi sí es así. También, se me rompe el alma, las fuerzas, la capacidad de lucha y de trabajo. Los médicos de familia lo estamos pasando especialmente mal, ahora a nuestro trabajo se añade el gran problema de la pandemia, somo el primer contacto con los pacientes y nosotros tenemos que resolver discriminando por su clínica si aislamos, vigilamos, controlamos o derivamos a hospital si fuera necesario. Además, muchos compañeros-as son vulnerables o están de baja o de vacaciones y asumimos su trabajo, además, del que cada uno realiza con su propio cupo.

Diagnosticar por teléfono no es fácil y más si el paciente y su entorno te son desconocidos, en domicilios no sabes si debes de ponerte el EPI o no. Si añadimos esta incertidumbre a un estado de ánimo mermado que arrastramos por ser testigos y parte de los desastres de esta pandemia, no crisis sanitaria, no es exacto porque los sanitarios no hicimos crisis, mejor pandemia, hemos visto y soportado enfermedad, muerte, ambas incluso de nuestros propios compañeros, y de nuestros pacientes, tragedias familiares y laborales, empobrecimiento, desigualdad, vulnerabilidad, etc. Por estas razones estamos rotos. Pero, eso no quiere decir que abandonemos. La vocación está primero y seguimos asumiendo responsabilidades y nuevos retos. Sólo pedimos que se reconozca nuestro trabajo con respeto y solidaridad por parte de la administración, porque es la única forma de que los pacientes, también, valoren y reconozcan que nuestro único objetivo es conseguir la mejora de su salud y bienestar, en definitiva una mayor calidad de vida en general para todos ellos.