El Oviedo baja al Sporting de la nube
Los rojiblancos vuelven a decepcionar en un derbi que se decidió por un error grave y ante el que no tuvo capacidad de reacción
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Los jugadores del Oviedo celebran la victoria ante el Sporting. / La Liga
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Oviedo
No hay manera. El Sporting sigue decepcionando a su afición, harta de ver a su equipo caer ante el eterno rival. Las buenas vibraciones del inicio liguero se volvieron a frustrar en el Tartiere. Un fallo, un penalti tonto de Javi Fuego, fue suficiente para poner el primer borrón en la trayectoria del Sporting, inmaculada hasta la fecha. Pero en Oviedo se esfumó todo: el liderato, la imbatibilidad de Mariño, la racha de Djuka y, sobre todo, esa sensación de competitividad que había mostrado el equipo de Gallego.
El partido no pareció un derbi. Le suele pasar eso al Sporting, que no se aprecia un mayor grado de intensidad que en otros encuentros. Y eso, en los derbis, no puede ser. Tampoco el Oviedo mordió está vez. La falta de público, ese silencio que rodea al fútbol de la pandemia, le quita casi toda la salsa al espectáculo.
Sí tuvo ritmo el inicio del encuentro, con una apuesta común por tener la pelota, tratar de combinar y no convertir el derbi en un cúmulo de pelotazos y choques. El Sporting quizás fue algo mejor en eso, con Manu García especialmente motivado, pero sus destellos de calidad no eran suficientes: el equipo se apagaba en el área rival. Djuka, con la presión de Bolaño en el cogote, apenas apareció. Tampoco Cumic y Aitor García aportaban apenas en las bandas. Pedro Díaz no tenía su tarde. Y Javi Fuego cometió un error grave, que le acabó costando caro al equipo. Seguramente el poleso no vio venir a Sangalli, pero el penalti que le costó el partido al Sporting era evitable. Tejera engañó a Mariño y la ejecución del penalti fue de todo menos bonita. Raso, flojo y al medio. Feo pero efectivo.
El penalti fue claro. Más discutible es que el árbitro no pintara una mano en el área del Oviedo en los primeros compases. El eterno debate sobre las manos que se castigan y las que no.
Le quedaba al Sporting toda la segunda parte para reaccionar. Pero fue incapaz. El Oviedo le cedió la pelota y echó el cerrojo. El Sporting la tenía y no sabía que hacer con ella. No había manera de generar peligro. Era frustrante. Los cambios de Gallego tampoco aportaron: Carmona, Álvaro Vázquez... Pasaron completamente desapercibidos. Debutó Pelayo Suárez por el lesionado Babin, entró Guille Rosas por un desacertado y amonestado Bogdan y se estrenó Nacho Méndez, después del castigo que dicen que no fue castigo, pero con poco tiempo para demostrar.
Fue un partido de 0-0, pero si en un choque así cometes un error y no reaccionas, lo pagas. Curiosamente, esta vez al Sporting no le sirvió de nada tener el balón un 67%. La semana pasada ganó en Almería con un 33%. Tener el balón no sirve de nada si no sabes qué hacer con él.
Los doce puntos del Sporting son un buen botín para el comienzo liguero. Pero el momento dulce de los rojiblancos se volvió amargo en el Tartiere. Y el efecto de una derrota así, por el fondo y por la forma, es desagradable. El Sporting no sabe jugar los derbis y el Oviedo, esta vez con muy poco, le cortó las alas.
![David González](https://s3.amazonaws.com/arc-authors/prisaradio/330cd4c5-89db-4572-bfdd-e52f8c597b9a.png)
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...