Autonomía y sanidad. El valor de la política de cercanía
Artículo de opinión del ex presidente Jose María Barreda coincidiendo con el X aniversario de la Facultad de Medicina en Ciudad Real
Ciudad Real
Se ha conmemorado estos días los diez años de la puesta en marcha de la Facultad de Medicina en el Campus de Ciudad Real de la UCLM. Me acuerdo perfectamente: yo tomé la decisión de que Medicina se implantara en Ciudad Real cuando el gobierno que entonces presidía planteó el aumento de las titulaciones de nuestra Universidad y tuve el honor de inaugurar el comienzo del primer curso. Por ese motivo, el Colegio de Médicos de Ciudad Real, sabedor de las dificultades de la decisión, que no fue votada por todos en las Cortes, y de la trascendencia para el futuro asistencial de nuestra sanidad, me nombró Colegiado de Honor, distinción que agradecí mucho.
Con esta ocasión, he reflexionado acerca del papel que la autonomía política de CLM ha desempeñado en nuestro sistema sanitario. Me ceñiré a la provincia de Ciudad Real por no extenderme demasiado. Es preciso un poco de historia y recordar los acontecimientos porque a veces parecería que las cosas que se han hecho, han caído del cielo o siempre han estado aquí. Sin embargo, y éste es el valor de la política que reivindico, todo lo conseguido se debe a decisiones tomadas pisando el suelo de la realidad, con conocimiento del terreno y, sobre todo, de las necesidades de los ciudadanos.
Situación tercermundista hace 25 años
Las inversiones y las infraestructuras no se improvisan, se necesita un esfuerzo sostenido en el tiempo y una estrategia definida para conseguir los objetivos propuestos. En 1995 (¡Hace 25 años!) el PSOE de Ciudad Real, del que entonces era su Secretario General, analizó en un Comité que la situación de la sanidad provincial era tercermundista. Se producían muertes por enfermedades evitables y había una carencia de recursos humanos, tecnológicos y de todo tipo de infraestructura, con unos hospitales obsoletos, carentes de muchas especialidades. Para la mayor parte de las intervenciones quirúrgicas y tratamientos oncológicos, los pacientes tenían que trasladarse a Madrid. Por su lado, la Asistencia Primaria era prácticamente inexistente en la mayoría de los pueblos.
Castilla-La Mancha no había recibido aún las transferencias y el INSALUD no invertía en nuestra provincia. Tomamos entonces algunas decisiones que deberían ejecutarse progresivamente en diversas etapas: reivindicar y organizar la transferencia de las competencias de sanidad; mientras, exigir al gobierno de España las inversiones que nos faltaban, empezando por la construcción de un nuevo hospital y la mejora de los existentes en la provincia e incorporar una Facultad de Medicina en el Campus de CR en cuanto la situación lo permitiera.
El nuevo hospital, resultado de la acción política
Gobernaba entonces en España el PSOE pero para nosotros esa no era una razón para callar, sino, por el contrario, una ocasión para reivindicar y presionar con fuerza aunque en Madrid “molestáramos”. Nuestro compromiso no era agradar al Gobierno, apoyando acríticamente sus decisiones aunque nos perjudicaran, sino defender los intereses de nuestros paisanos. Con la fuerza política de ser el Secretario general del partido y Vicepresidente de la Junta de CLM, hice gestiones con el Presidente González y la Ministra, exponiendo nuestras necesidades y exigiendo su satisfacción. El resultado fue que en abril de ese mismo año, la Ministra de Sanidad, Ángeles Amador, vino a Ciudad Real para anunciar la construcción de un nuevo hospital, que se levantaría en un solar que previamente la Junta de Comunidades había comprado para que la falta de suelo no fuera el impedimento, o la excusa, que retrasara la decisión de dedicar una partida en los Presupuestos Generales para su construcción. La compra del solar, que pertenecía a diversos propietarios, pudo hacerse en tiempo récord gracias a las gestiones de los alcaldes Clavero y Selas, en un ejemplo de coordinación entre administraciones: el ayuntamiento gestionó el suelo, la Junta lo compró y lo puso a disposición del ministerio y éste incluyó una partida en los presupuestos para la construcción. No fue un proceso llovido del cielo, sino el resultado de la acción política.
En los últimos meses de 1995 y primeros del 96, cuando ya se barruntaba la derrota socialista en las inminentes elecciones generales, incrementamos la presión para que antes del cambio de gobierno estuviera hecho el proyecto, que realizó Ángel Fernández Alba y adjudicada la obra “por si las moscas” con el cambio de gobierno decaía el compromiso. En todo caso, debo decir que no fue así y el nuevo ministro del PP, Romay Becaría, mantuvo la inversión. No obstante, algo se demoró pero finalmente, y sobre todo después de recibidas las transferencias, se le dio un gran empujón a la ejecución del proyecto que además se amplió.
Salto cualitativo con las transferencias
Diez años después tuve el gran honor, y una íntima satisfacción, de inaugurar el nuevo hospital, a cuyo acto invité a Ángeles Amador, del PSOE, y a Romay Becaría, del PP, en reconocimiento de su papel en el proceso. Con las transferencias, al depender ya de nosotros el proyecto, pudimos mejorarlo, incorporar más especialidades e introducir la tecnología de vanguardia para que los médicos pudieran hacer diagnósticos rápidos y correctos. Por eso, con el actual Consejero de Sanidad , Jesús Fernández, a la cabeza, entonces Gerente del viejo complejo hospitalario Alarcos-Carmen, y el Consejero Fernando Lamata, planteamos que el nuevo hospital fuera algo más que un cambio de edificio. Había que aprovechar la ocasión para dar un salto cualitativo en los recursos humanos y en las posibilidades asistenciales.
Lo pudimos hacer, esto es una obviedad pero es preciso explicitarla, porque nosotros mismos éramos de quienes dependían las decisiones, en esto radica el valor de la autonomía política. Sin ella, y sin la firme decisión de cumplir nuestras prioridades, pensadas en el interés general, no se habría construido el hospital de Ciudad Real, ni el de Tomelloso, ni se hubieran ampliado los demás de la provincia, ni los Centros de Salud, ni los de Especialidades, Diagnóstico y Tratamiento, ni se hubieran puesto en marcha los helicópteros sanitarios, ni se hubieran contratado 10.000 nuevos sanitarios a los que, además, se les mejoró la retribución, siempre escasa.
Para mejorar la cualificación, la investigación y especialización de los médicos, y como aliciente para que jóvenes médicos quisieran venir al hospital, convertir el hospital en un Hospital Universitario era importante y para ello la Facultad de Medicina imprescindible. Por eso, cuando se planteó el incremento de titulaciones, el gobierno que presidía propuso su implantación en Ciudad Real. En CLM ya contábamos con la excelente Facultad de Albacete y ese precedente nos ayudaría con la nueva. No todo el mundo apoyó la propuesta, de hecho, no todos los partidos la votaron en las Cortes. (Por cierto que una de esas críticas, la de que sobraban médicos y que en CLM no se necesitaba una nueva Facultad de Medicina, produce bochorno ahora en plena pandemia con los hospitales saturados y la queja de que faltan médicos).
Desde aquel “empujón” a nuestra sanidad (es constatable que en un año de Autonomía invertimos más que el INSALUD en 20) han pasado muchas cosas. No entraré en ellas porque mi ánimo no es reprochar nada sino hacer un relato que pone en valor el sano compromiso político, el que se ocupa de mejorar la vida de las personas. En CLM terminamos con la resignación y el “ir tirando” y decidimos que mejorar nuestra esperanza de vida y su calidad no era vivir por encima de nuestras posibilidades. Comprometerse con que la vida trate con dignidad a todas las personas es un empeño que vale la pena asumir. La actividad política produce muchos sinsabores, falta de comprensión e ingratitudes, pero cuando una madre humilde te dice que su economía familiar no hubiera permitido que su hija, brillante, estudiara medicina si no estuviera en Ciudad Real, se te pasan todos los disgustos y encuentras sentido a una labor dura y absorbente que no te deja ni un día libre de los 365 del año.
Ahora estamos viviendo un momento excepcional que nos hace pensar que nuestro sistema sanitario necesita refuerzos, pese a la recuperación tras una legislatura ominosa. Podemos imaginar cómo estaríamos si durante aquellos años no nos hubiéramos dotado de recursos materiales, tecnológicos y humanos que nunca se deberían haber recortado.