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Así se celebraron los toros en Granada en tiempos de pandemia

Enrique Ponce corta tres orejas y firma lo más destacado en una breve feria taurina en la capital granadina

Enrique Ponce / Puerta Grande

Enrique Ponce

Granada

Hacía años que Granada no volvía a congregarse en torno a la Plaza de toros durante el mes de septiembre. Contra todo pronóstico, sí lo ha hecho en este 2020, año en el que la Covid-19 obligó a suspender la Feria del Corpus y ha espoleado, asimismo, el grueso de la agenda cultural de la ciudad.

La empresa Puerta Grande Granada, que regenta el diestro José Antonio Cejudo, ha hecho posible que la afición granadina pudiera reencontrarse en el coso de la Avenida del doctor Olóriz; haciéndolo con una corrida de toros de Juan Pedro Domecq, en la que intervinieron Enrique Ponce, Curro Díaz y Sebastián Castella, y una novillada sin picadores para el rejoneador José Velasco y novilleros de la provincia de Granada.

No sin expectación volvieron a poblarse, más de un año después, los tendidos de la plaza. Con un aforo reducido, por medidas de prevención, mil quinientas almas quisieron dejarse llevar por la emoción y la sensación de una tarde de toros, pero nada más lejos de la realidad. Una blanda, descastada y mansa juampedrada echaba por tierra tales aspiraciones; tan siquiera con el cuarto de la tarde, Sainetero, al que Ponce consiguió tapar todos sus defectos y sumió en una suerte de trance y de idilio, al ganadero, que se deshizo en alabanzas y loores con un toro que no podía con su alma.

El oficio del valenciano y la disposición de Curro Díaz y Castella suplieron lo que no tenían los astados. ¿Fue eso suficiente? Para muchos sí, desde luego. El exigente público de Granada, que bien se pudiera contar con los dedos de una mano, aguantó estoicamente por pura afición.

Justo al contrario ocurrió en la programación prevista para el domingo, con una novillada de Fermín Bohórquez que sirvió para el triunfo, con novillos de bandera como Danzarín, lidiado en segundo lugar, y Cómico, sexto de la tarde y que cerró el breve ciclo de festejos en honor de la Virgen de las Angustias.

El desarrollo de las novilladas picadas da lugar para que el Consejo de Asuntos Taurinos tome cartas en el asunto y le confiera la dignidad que tiene un espectáculo público, aunque sea un festejo menor. La charlotada en la que parecieron moverse algunos subalternos dejó claro que el traje de luces les queda grande. Como dice el dicho, "Manolete, si no sabes torear pa' que te metes".

Por lo demás, se dejó ver la bisoñez de algunos de los novilleros, que apenas supieron aprovechar la calidad de algunos de sus oponentes. Tiene un serio problema la cantera de la tierra si su toreo se basa, únicamente, en el adorno y en lo accesorio; en vez de, como dictaba Belmonte, parar, mandar y templar.

Sin embargo, hubo que darse por contentos. Al menos, hubo toros en Granada... que no es poco y contra todo pronóstico.

 
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