Las aulas prefabricadas
Los barracones escolares eran la solución de los colegios no podían acoger a todos los escolares, como fue el caso de Villalpando, El Peñascal, Santa Eulalia o Palazuelos de Eresma
Segovia
El otro día aparece Chas por la radio con el “pincho” lleno con un nuevo cargamento de imágenes “vintage” de Segovia. Tenemos de todo para que la sección siga, pero hubo una que me tocó el corazón. Una foto de 1994 de las aulas prefabricadas del Colegio Villalpando al otro lado de la Calle Ribera.
Se lo habrán supuesto, se trata del colegio en el que crecí, y en esas aulas prefabricadas estudié 6º y 7º de la EGB. Seguro que muchos que estudiaron en ese colegio, el más antiguo en el barrio del Cristo del Mercado, les habrá pasado lo mismo al ver la foto de hoy.
Somos de una generación en la que había niños por todos los lados. Es la generación de “Baby boom” español. Entonces los colegios no daban abasto para acoger a todos los escolares del momento, y las aulas prefabricadas eran una solución rápida y económica de resolver el problema, hasta que llegaba la ampliación pertinente o un nuevo colegio un poco más allá.
Muchas veces lo vemos denominado en la prensa como barracones, y algún político local lo llega a denominar como chabolismo educativo. En mi caso personal no siento haber estado en un espacio indecente, no peor que el Colegio Villalpando construido en ladrillo. Cada barracón contaba con dos aulas, con aseos y calefacción. Un aula escolar, sin más.
Las aulas prefabricadas eran además un espacio con algo más de libertad, pues los recreos eran en el descampado que rodeaba la zona, no ese patio vallado del Villalpando, con mallas de más tres metros, que es lo más parecido a una prisión. En “las prefabricadas” era muy fácil montar partidos de fútbol, en un campo que nos parecía enorme. Y hasta jugar al beisbol… sí, sí jugábamos al beisbol con una pelota de tenis y unas reglas que supongo poco tenían que ver con las originales, para empezar porque no habíamos visto un partido entero de ese deporte, salvo lo que se veía en las películas americanas. El límite lo ponía un transformador de la luz ya en la calle Goya.
Las aulas prefabricadas estaban ubicadas entre las viviendas sociales del barrio del Cristo del Mercado, que se denominaban como “las protegidas”, aunque en el barrio se llamaba así a la zona al otro lado del Colegio Villalpando, donde se pone el mercado al aire libre de los sábados. Era una de las zonas por donde creció la ciudad a partir de los años sesenta en torno a la Pista militar de la cercana Base Mixta. Ahora es la Avenida de la Constitución, y que por entonces se denominaba de José Antonio. Primero estaban las casas de los militares, luego el bloque de los de la Policía, y luego una serie de manzanas hasta llegar al Cuartel del Guardia Civil. Lo de la Pista les sonará a los más veteranos. En la zona hubo una papelería con ese nombre; y la actual gasolinera de Cepsa, que ahora todos llaman de Depaso, que tenían el nombre de La Pista.
Por las mañanas, las aulas prefabricadas acogían las clases ordinarias del Colegio Villalpando, y por la tarde era el lugar donde ensayaba la Rondalla del Colegio Villalpando, que dirigía Don Nicolás Sanz. Este era profesor de música en el Colegio Aneja, pero hizo una gran labor con esta actividad extraescolar en el Villalpando. La Rondalla era el orgullo del colegio y no faltaba a ningún festival de Navidad, y eran sonados sus éxitos en certámenes y especialmente en los concursos de villancicos. Me cuentan que Juan Martín “Chas” lo intentó con el laúd, pero sin demasiado éxito. La música perdió un hombre, pero lo ganó la fotografía.
La zona en la actualidad se ha convertido en un espacio verde, con árboles. Es una de esas zonas donde los vecinos pasean al perro y los niños pueden jugar sin peligro de pase un coche.
No eran las únicas aulas prefabricadas en Segovia. Otro colegio que instaló este tipo de soluciones habitacionales, que diría un ministro del ramo, fue el Colegio Peñascal. Entonces este centro se conocía con el nombre de Calvo Sotelo. Era el colegio de los niños de la barriada del Carmen, Pascual Marín, San Frutos y La Albuera. Nuevos barrios de la ciudad que se poblaban de escolares, a lo que había que acoger con urgencia.
Los barracones del Peñascal, tras su uso escolar, pasaron a ser utilizados por la parroquia de San Frutos en sus años de escasez de espacio. Aquellos tiempos, cuando los vecinos oían misa en un local en los bajos de un bloque, y las aulas prefabricadas se usaban para impartir catequesis o para la actividad de los grupos juveniles de la parroquia. Eran años de pujanza en esa comunidad, de la mano de los sacerdotes Juan Aragoneses y Miguel Ángel Torrego, que consiguieron crear una atmosfera especial en un barrio que luchó y apoyó unánimemente por construir su parroquia…. Y que poco después fueron destinados lejos de allí. Las cosas de los jefes de la Iglesia, que parece que les da celo cuando los párrocos conectan especialmente con su feligresía.
En la actualidad su espacio pasó a ser ocupado por la ampliación del colegio Peñascal, donde se construyeron nuevas aulas, las cocinas y el comedor, y todavía queda sitio para un pequeño huerto y disponer de más metros de patio.
Otras aulas prefabricadas que hubo en Segovia se recuerdan en el barrio de San Millán. Estaban ubicadas en la zona donde hoy se ubican las pistas polideportivas del barrio. En ese caso los barracones sirvieron para acoger a los alumnos del Colegio Santa Eulalia durante las obras de construcción de su nuevo centro sobre el mismo solar del anterior.
Esa solución de falta de espacio también se aplicó en Palazuelos de Eresma, donde a principio de los años ’80 se instalaron para poder dar acogida a los escolares del municipio que ya no entraban en el centro escolar del pueblo. Contaban con un colegio tipo, pues el diseño y estética era igual al que había en otras localidades de la provincia. Supongo que el ministerio llegaba con el mismo plano a levantar el nuevo centro escolar donde tocara. En la actualidad, la zona donde estaban estos barracones, lo ocupa el nuevo edificio consistorial y el consultorio médico de la localidad del alfoz, que ahora puede presumir de contar con uno de los centros con más alumnos de la provincia.
No he sido capaz de encontrar imágenes de los barracones de El Peñascal, San Millán o Palazuelos de Eresma. Si alguno dispone, se agradece que se comparta en los comentarios de redes sociales. Supongo que se tratan de edificaciones provisionales, que nadie da importancia, y una vez cumplida su función de desmantelan, y no tiene ni el honor de pasar a la historia con una simple fotografía. Pero a los niños que estudiamos en ellas todavía nos queda el recuerdo, incluso del olor al entrar a clase. Y lo que es mejor, recordar los años de la infancia, con días llenos de compañeros de colegio y todo aquello que aprendimos. En este caso, lo importante es el contenido, no el continente.
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