Les estábamos privando de vida

Bilbao

Contaba a una amiga mía su madre cuando pudo salir de su cuarto en la residencia tras meses encerrada que aquello parecía Walking Dead, una peli de zombis, con los internos pálidos, caminando a duras penas por la atrofia muscular, con las greñas sin cortar ni teñir. Bromea para no preocupar a su hija en los 45 minutos de visita semanal, que se reparten entre los hermanos. Echa de menos los paseos y la partida de cartas que ya no les dejan jugar.

Gobierno vasco y Diputaciones han puesto al día el Protocolo para la vigilancia y control del COVID en centros residenciales. Compatibiliza las garantías de seguridad con las de la dignidad, cuidado físico y emocional. Permite visitas y salidas al exterior. Hasta estancias con la familia. Y el contacto entre residentes.

Es una estupenda noticia. El aislamiento, todos lo hemos sufrido, es una medida excepcional. Entendible durante la alarma. La prioridad era nuestra supervivencia, pero nadie quiere esta a costa de la soledad, el miedo o un abrazo. Para mantener a nuestros mayores con vida; les estábamos privando de ella