"Seguiré asesorando al jerez y bebiéndolo, no sé hacer otra cosa"

Ha pasado medio siglo desde que entrara con su padre en la bodega Williams & Humbert en el mes de mayo de 1970. Cincuenta años en los que Beltrán Domecq no ha dejado de trabajar en todo el mundo por el vino de Jerez, los últimos ocho como presidente del Consejo Regulador, adonde llegó en 2012 en sustitución del ex consejero de Empleo Antonio Fernández.

En septiembre no optará a la reelección como presidente, cargo al que accedió gracias a un consenso en el sector que pocas veces se había dado. Su decisión de dar a un paso al lado obedece a razones personales sobre las que ha meditado en estos últimos meses. A partir de ahora, con 74 años de edad y mucho camino aún que recorrer, dedicará su tiempo a asesorar, a ayudar y a escribir sobre el jerez, "y por supuesto a bebérmelo", porque asegura que después de toda una vida "no puedo cortar de cuajo y no sé hacer otra cosa".

Su objetivo, y casi su obsesión, en estos dos mandatos que están a punto de completarsa, ha sido el de cambiar los hábitos de consumo del vino de Jerez, vincularlo a la gastronomía y sentarlo a la mesa. "El jerez es un vino viejo que tiene que ser consumido como un vino moderno", asegura, y lamenta que "la imagen que asociemos al vino de Jerez sea la de una señora inglesa, mayor de setenta años, tomándose a las siete de la tarde y en vaso pequeño un sherry que ha abierto hace no sé cuánto tiempo. El vino de Jeez se tiene que tomar frío, en copa de vino grande y comiendo". Tres reglas básicas sobre las que hemos hablado este jueves en una entrevista concedida a nuestro espacio enogastronónico semanal "Abocallena".