Cacerolada en los juzgados de Plaza de Castilla

Madrid

La recomendación del Gobierno central es usar el vehículo privado mientras el país siga en estado de Alarma. Y ahí es donde ha surgido el problema en los juzgados de la Plaza de Castilla. No caben todos los coches de los funcionarios en los aparcamientos del edificio. Una buena parte de la plantilla de esa macrosede judicial se ha trasladado históricamente al trabajo en transporte público, incluyendo a jueces y letrados de la Administración de Justicia. No se precisaban más plazas de parking hasta que ha llegado la pandemia y el lío se ha montado.

Una decisión jurisdiccional ha fijado que las plazas de aparcamiento del edificio pasan a ser, por ahora, para uso de los denominados operadores jurídicos. Es decir, jueces, letrados y procuradores. La plantilla se ha indignado ante la decisión del decanato y ante los gastos de aparcamiento que están teniendo que afrontar en parkings cercanos. Los trabajadores denuncian que esta decisión ha sido adoptada sin tener en cuenta a los funcionarios y además tiene tintes de clasismo judicial.

Por eso desde el lunes pasado cuando el reloj marca las doce de la mañana, los trabajadores sacan sus cacerolas y platos metálicos para interpretar un ruido infernal con el que demuestran su enfado.

Desde el Sindicato de Trabajadores de la Administración de Justicia, una central mayoritaria en los juzgados madrileños, se solicita la dimisión de la jueza decana de Plaza de Castilla, María Jesús del Barco, ante lo que se considera un ataque: utilizar una resolución jurisdiccional para cerrar un problema que va a continuar. Los trabajadores se han quedado sin plaza de aparcamiento, pero sus cacerolas van a seguir escuchándose en la primera planta del edificio hasta que haya explicaciones y una negociación.