Datos

Córdoba

A estas alturas de la pandemia, la ciudadanía está tan harta de cifras y datos que ya no sigue su evolución diaria. Lo que quiere, y se empieza a notar en las calles y bares, es una cierta normalidad, sea vieja o nueva.

Y, sin embargo, los datos importan. Importan mucho. Porque nos dicen con rigor lo que ha pasado, lo que pasa, y, sobre todo, lo que puede pasar. Sin datos, sin previsiones fiables a partir de ellos, no sabemos si las medidas que se están tomando son las que deberíamos tomar o no. Sin datos o con datos incorrectos, sencillamente, no sabemos

Ese es el problema que ahora tenemos. Que, desde hace 15 días, desde que el Ministerio cambió la metodología para contabilizar los números de la pandemia, no sabemos realmente lo que pasa. Fue una decisión que se tomó para “mejorar” la información, y lo único que hizo fue ocultarla. Hoy no sabemos a qué ritmo se está controlando la enfermedad porque el 31 de mayo se cambió la forma de medir y se reportan menos casos, tantos de tanto infectados, como de fallecidos

De todas formas, y esta es la buena noticia, los datos actuales, a pesar de su incompletitud, dan una tendencia, y esta tendencia es a la baja: los casos que se están produciendo hoy, a 100 días del inicio de la preocupación por la pandemia (allá por finales de febrero), son menores que los de aquellas fechas. Hoy tenemos menos ritmo de contagio que entonces; hoy sabemos algo más de la enfermedad; hoy tomamos más medidas de seguridad. La crisis sanitaria parece que está pasando.

Pero solo podemos decir eso, que lo parece, no asegurarlo. Y eso porque no tenemos datos. Por eso tampoco podemos responder a las preguntas: ¿para cuándo se espera que el número de contagios sea cero? ¿para cuándo se espera que el número de casos activos sea cero? ¿para cuándo se espera que esto pase?... No lo sabemos, no sólo porque desconocemos aún mucho de la enfermedad, es que, además, no tenemos buenos datos.

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