Un "vigneron" en el Pago de Miraflores
Alejandro Muchada elabora vinos blancos artesanales que requieren de su presencia contínua en la viña y en su bodega de Sanlúcar
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Alejandro Muchada, el "vigneron" de Muchada-Léclapart / A Boca Llena
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Jerez de la Frontera
A Alejandro Muchada, el "vigneron" de su propia bodega Muchada-Léclapart, lo encontramos a mediodía en plena faena en el viñedo. Concretamente en las dos hectáreas que tienen arrendadas él y su socio en la Viña La Platera, dentro del histórico Pago de Miraflores, orientadas a Poniente y buscando el frescor de la brisa marina de la playa de Sanlúcar de Barrameda. En compañía de su insparable mulo, de nombre "Regalito", está arando la tierra como se hacía antiguamente.
Entrevista con Alejandro Muchada, viticultor y enólogo
13:03
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Viste ropa cómoda para la faena, con camisa de manga larga y un sombrero de paja para proteger del sol su rizada cabellera. En Francia, al contrario que aquí, el "vigneron" o viticultor no limita su labor a la viña, sino que también elabora sus propios vinos de manera artesanal con una gran calidad.
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Alejandro Muchada y David Léclapart, en la bodega de ambos / A Boca Llena
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Alejandro Muchada y David Léclapart, en la bodega de ambos / A Boca Llena
En realidad, Alejandro es arquitecto. Siendo aún estudiante, cogió la mochila y viajó por Francia para aprender arquitectura ecológica. En Champagne vendimió con David Léclapart, uno de los pioneros en la elaboración de vinos de gran calidad en la región basados en la agricultura biodinámica, ecológica hasta el extremo y con muy poca intervención. Hoy día, David no es sólo uno los referentes mundiales en la elaboración de este tipo de vinos ecológicos y excelentes, sino que también es su socio.
Sanlúcar es un sitio idóneo que ha dado a ambos la posibilidad de embarcarse en un proyecto en el que pueden trabajar con una variedad autóctona, la uva palomino, y hacer unos vinos únicos en el mundo. Alejandro Muchada destaca que la palomino "es una variedad muy sutil que transmite la mineralidad del suelo, pero sin ser demasiado aromática, por lo que no te cansa, te invita a beber y te da la sensación de sed y de salinidad. Todo esto, en combinación con la tierra albariza, muy calcárea como las grandes regiones de vinos del mundo (Borgoña, Champagne o Burdeos), da un frescor a los vinos muy agradecido y valorado por los entendidos".
Pese al concepto y a la apariencia de las botellas, Alejandro se apresura a aclarar que lo que ellos elaboran "no son vinos franceses, sino vinos bien hechos. Un producto muy sincero basado en la uva palomino y en la tierra albariza".
Además de la variedad de uva, el clima y el suelo, Sanlúcar de Barrameda ofrece la oportunidad de trabajar con pequeñas parcelas, ya que en la costa noroeste de la provincia de Cádiz está muy extendida la cultura del pequeño viticultor con parcelas que han sabido conservar viñas viejas con más de sesenta años, como es el caso del Pago de Miraflores.
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Viña La Platera, en el histórico Pago de Miraflores / A Boca Llena
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Viña La Platera, en el histórico Pago de Miraflores / A Boca Llena
El resultado es un vino blanco seco, con buena maduración de la uva pero sin un grado alcohólico excesivamente alto. Justo lo que pide el público actual: "vinos frescos, ligeros, que puedes acompañar con comidas ligeras y sanas", apunta Muchada.
Además de las dos hectáreas en el Pago de Miraflores, la bodega, ubicada en el Barrio Alto de Sanlúcar pero que no está abierta al público, tiene una hectárea más arrendada en el Pago Abulagar, en Chipiona, con cepas de uva moscatel con más de cuarenta años. Todos sus viñedos son de selección masal, es decir que la vid no procede de viveros, sino de la selección de los viticultores. Su escala es artesanal, produciendo entre 10 y 15 mil botellas al año.
De los cinco vinos que elaboran, el buque insignia es Lumiere -recibió el año pasado 94 puntos Parker-, un blanco elaborado con palomino fino de cepas de más de sesenta años, fermentado y vinificado en barricas bordelesas de cuatro años. Universe, Etoile y Vibrations son otras tres tipos de blancos, complementados por Elixir, un blanco elaborado 40% con uva moscatel y 60% con uva palomino.
La bodega dedica un 30% al mercado nacional, coincidiendo con un momento en el que el consumidor está valorando los vinos blancos del Marco de Jerez. En Sanlúcar están presentes en la taberna del Guerrita, en El Espejo y en Avante Claro. En el mercado internacional, Muchada asegura que "nos observan más como vinos de Andalucía, y hay una buena aceptación porque buscan vinos auténticos, bien cuidados, que sienten bien y sean sanos. Estamos en Japón, Estados Unidos Canadá, Corea y Suecia".
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Las dos hectáreas de viña de Miraflores están orientadas a Poniente / A Boca Llena
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Las dos hectáreas de viña de Miraflores están orientadas a Poniente / A Boca Llena
Para el futuro, la consigna es clara, "no crecer, sino hacer cada vez mejores vinos. Que gusten más, que se acaben antes y mejoren los precios. La escala artesanal es la que hay que mantener, porque es lo que me permite estar presente en todo el proceso. Es importante el tiempo que se pase en la viña, ya que es en el viñedo donde se hacen los vinos. De David he aprendido que el vino no es la receta de la felicidad, sin la suma de muchos detalles, de trabajo duro y bien hecho, de mantener y acumular saberes e ir afinando para hacer un producto más exclusivo y más fino".
Ahora con el confinamiento han trabajado también en la creación de un club Lumiere Wine, "para tratar directamente con los particulares, acercarles nuestra filosofía y el día a día en la viña y en la bodega".
Muchada-Léclapart es muy posiblemente la gran desconocida entre las bodegas sanluqueñas, debido a la discreción con la que trabajan y a que no hacen publicidad, "pero hemos tenido la suerte de encontrar viticultores mayores con la mente abierta que nos han ayudado porque nuestra forma de trabajar les recordaba a sus padres. Ellos vivieron la época en la que no se usaban herbicidadas y todo se cuidaba más. Nuestra visión no es tan extraña para muchos viticultores".