Fotografía en sepia de los tabancos jerezanos
Rafael Benítez Toledano
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Fotografía en sepia de los tabancos jerezanos
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Jerez de la Frontera
En los tabancos que frecuentaron nuestros mayores un grifo de cerveza, una televisión o una bolsa de hielo eran elementos tan extraños como las mujeres y la cocacola. El viento de unos tiempos cursis y desapegados se ha llevado casi por completo los tabancos de Jerez dejandonos "El Pasaje" y "San Pablo" como dedos de fiscales acusandonos de nuestra propia tonteria.
Un tabanco, para los que hemos llegado a conocerlos es, o era, un lugar de sombra donde una barra de madera gastada peinaba canas de tiza con las cuentas pendientes de sus clientes. Los tabancos que yo conocí en mi juventud eran lugares donde un camarero escéptico servía, en vasos de café, un vino titubeante a clientes aun mas titubeantes, que tenían estampada en mitad de la jeta el sello del consejo regulador.
En los tabancos que yo conocí habitaban hombres oscuros que rumiaban y aliviaban sus desdichas con un vaso de vino y algo de conversación. Exactamente como miles arrastran el culo por la consulta de los psiquiatras, solo que mas barato y placentero. Y a la mierda el "Froi" y los divanes.
(Homenaje a mi amigo "Nono" y su tabanquito de San Agustin)