Pesar por la muerte de Joaquín Marín, puntal de la hostelería gaditana
El propietario de La Cueva, que llevaba algún tiempo retirado, fallece de un infarto a los 83 años
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Joaquín Marín Naranjo / Cadena SER
![Joaquín Marín Naranjo](https://cadenaser.com/resizer/v2/USNFMX67QFOEBCGIJXWHVAFODM.jpg?auth=9be70627a1918873e053c5ec0f6623dde30fc90c4d5c0e9494ebd7672cdcc8d5)
Jerez de la Frontera
El fallecimiento de Joaquín Marín Naranjo, propietario de La Cueva, tiñe de luto la gastronomía gaditana y andaluza. Uno de sus puntales más preclaros moría esta martes a los 82 años en el Hospital de Jerez víctima de un fallo cardíaco.
Aunque llevaba algún tiempo retirado de la primera línea de combate debido a una enfermedad, la muerte de Joaquín Marín ha dejado un hondo pesar en el sector, donde tanto él como su grupo familiar son un modelo. Gracias a negocios como La Cueva, la hostelería gaditana y andaluza disfrutan de un buen ganado prestigio.
Joaquín Marín no sólo fue un puntal, sino que también sus cocinas y salones fueron una escuela para grandes profesionales. Y todo comenzó en un modestísimo establecimiento donde su madre cocinaba unos pajaritos antológicos. Luego sería su mujer la que pasó a encargarse de la cocina, ya en la Venta La Cueva. Ahí empezó la escalada de uno de los negocios más pujantes de Jerez y de toda la provincia que marcó una época. Gracias en parte a su excelente comunicación, lugar de paso obligado entre la costa y la Sierra, pero sobre todo gracias a una carta en la que tenían cabida desde los platos más humildes (potajes y ajos) hasta los más lujosos (caviar, bogavantes...), todos con el denominador común de una excelente calidad.
Algo parecido pasaba con la clientela, donde bajo un mismo techo disfrutaban de sus platos domingueros, señoritos, folclóricas, políticos, artistas y deportistas.
La vecindad con el Circuito de Jerez le proporcionó a La Cueva y a la familia Marín la mejor época. Periodistas, mecenas, patrocinadores y pilotos comenzaron a conocer las exquisiteces de la casa y las fueron propagando por medio mundo. De tal forma que en 1992, y animado por el entonces alcalde, Pedro Pacheco, el grupo invirtió en un hotel, La Cueva Park, con el que Joaquín salía de su zona de confort una vez más, aunque le gustó sus buenos disgutos cuando las cosas vinieron mal dadas. Actualmente, el grupo cuenta también con la cervecería La Rosaleda, en el paseo del mismo nombre y haciendo esquina con la avenida Alcalde Álvaro Domecq.
Gran aficionado al ciclismo, llegó a tener su propio equipo, con el que compitió en torneos provinciales y regionales.
Descanse en paz.
Profesionales de la gastronomía destacan a Joaquín Marín como puntal de la gastronomía gaditana
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