La historia de un bulo con final feliz
Javier Domínguez, un emprendedor sevillano, ha conseguido que su web de reparto a domicilio reflote tras hundirse en unas horas a causa de una información falsa sobre los dulces de convento
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Javier Domínguez, a la izquierda, junto a uno de sus colaboradores / CADENA SER
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Sevilla
La historia de Javier Domíngez, un emprendedor sevillano que ha intentado salir a flote en tiempos de confinamiento, tiene un final feliz pero ha estado llena de obstáculos. Ha visto nacer a su empresa con una crisis, la de 2008, y morir con otra, la actual, la del coronavirus. Y ha sido testigo de cómo su nuevo proyecto en tiempos de cuarentena, una web de reparto a domicilio, se ha ido a pique a causa de un bulo para después renacer con mucha más fuerza tras ser desmentido.
Su empresa Montaditos Sevilla Foods, creada en plena crisis financiera en 2012, consiguió abrirse hueco en el sector hostelero sevillano suministrando sus productos a algunos de los establecimientos más emblemáticos de la ciudad. Pero el cierre de hoteles, bares y restaurantes suposo un efecto dominó en otros negocios y el de Javier era una pieza más que cayó a causa del COVID-19 con doce trabajadores que se quedaron sin empleo.
Este empresario ya había sobrevivido a una crisis y sabía qué pasos dar para hacer frente a otra. Aprovechó sus conocimientos digitales, para abrir una página web de reparto a domicilio www.Sevillaatope.com para llevar determinados productos a los domicilios. "Lo hice para recuperar la actividad de trabajo y llevar la comida de la gente a casa", explica.
Su historia dio un giro cuando un grupo de antiguas alumnas del colegio Las Teresinas se pusieron en contacto con él para hacer un pedido de dulces de convento, que pagaron con una colecta, a las hermanas Clarisas, "que subsistían de eso y estaban en una situación de apuro por el cierre de obradores".
Tras conocer de primera mano la situación de las hermanas, decidió "de forma altruista" colgar fotos de sus productos "al precio que ellas tenían" para ayudarlas. "Todo fue viento en popa hasta que se desató el bulo de que me estaba aprovechando de las hermanas y a raíz de ahí se produjo el hundimiento de un negocio con solo tres semanas", explica. De hecho, tuvo que enfrentase a un aluvión de llamadas y opiniones negativas en su web y en las redes sociales, lo que produjo la devolución de pedidos en cadena.
Un bulo "bienintencionado"
Pero el mismo bulo que le hundió luego le sacó a flote. Un "bulo" que este empresario considera "bienintencionado" porque es consciente de que quienes lo difundieron solo pretendían defender a las hermanas Clarisas porque no entendían como se estaban vendiendo sus dulces si los conventos estaban cerrados. Las hermanas lo desmintieron y, curiosamente, las mismas personas que difundieron esa información, que resultó ser falsa, hicieron todo lo posible después por limpiar su imagen y por apoyarle.
"No hay mal que por bien no venga", apunta Javier consciente de que gracias a la repercusión que ha tenido esta historia en las redes le han llovido las ofertas y los pedidos se han multiplicado. Ahora se han convertido en distribuidores de las hermanas Clarisas y han recibido propuestas de otros conventos "que ahora están haciendo mascarillas pero que no tienen ingresos".
Su sueño es que su nuevo proyecto, surgido en plena crisis sanitaria, continúe tras el estado de alarma y que pueda incluso dar empleo a los trabajadores que lo perdieron en su anterior empresa. "De una situación de adversidad ha salido otra de éxito", concluye Javier.