José Manuel Ruiz, internista de Fuenlabrada, cuenta cómo lucha un hospital contra el COVID
Relata cómo el Hospital fuenlabreño organizó la asistencia en los momentos más complicados y habla sobre claves de la enfermedad
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José Manuel Ruiz Giardín es médico internista y especialista en enfermedades infecciosas en el Hospital de Fuenlabrada / José María Ruiz
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Fuenlabrada
“La epidemia del COVID-19, todo lo que está pasando, es lo que más me ha impactado en mi carrera profesional”. José Manuel Ruiz, tiene a sus espaldas 25 años de profesión. Médico internista y especialista en enfermedades infecciosas en el Hospital de Fuenlabrada desde que se abrió, hace 16 años, reconoce que “jamás había vivido algo así. Cansados, sobrepasados, saturados, y además, pocas veces hemos encontrado certezas absolutas sobre la enfermedad que desata este coronoravirus”.
En el Hospital de Fuenlabrada también se vivió hace unas dos semanas la avalancha de casos, aunque reconocen “no llegamos a estar al borde del colapso como el Severo Ochoa de Leganés”. Lo cierto es que de las 8 camas UCI habituales, tuvieron que pasar a 42, habilitando zonas de rehabilitación y quirófanos, donde había respiradores, cuenta Ruiz en una entrevista concedida a SER Madrid Sur. En el Hospital “hemos llegado a tener unos 500 afectados por COVID-19 ingresados, ahora la presión asistencial ha bajado y habrá entre 250-300 repartidos entre las camas, UCI y el hotel de Las Provincias, donde se derivan a algunos”.
Lo cierto es que la dirección del hospital y todos sus profesionales supieron reaccionar y se organizaron. “Se establecieron controles en cada pasillo, de las dos plantas. 11 controles en total, 6 abajo y 5 en la segunda planta. Cada uno con 35 ó 37 camas a su cargo, además de la ampliación de la UCI y de contar con el hospital de campaña instalado en el parking por el Ayuntamiento. En esos controles estábamos un internista o neumólogo y otros especialistas, además de enfermeras, celadores… todo el mundo haciendo equipo”. Y es que Ruiz reconoce que “esto se ha sobrellevado con la colaboración de todo el personal del centro. Era tal la necesidad que otros especialistas, como pediatras, endocrinos o cirujanos, entre otros, han visto pacientes COVID, siempre en controles donde había un internista o neumólogo, ha sido bastante espectacular”, dice con la voz casi rota por la emoción.
Reconoce que han tenido que ir adaptándose con lo que había, como ha ocurrido en todos los hospitales, ante una epidemia de propagación tan rápida. “Ningún hospital de España tenía experiencia en este brote epidémico. Nos hemos ido adaptando con lo que teníamos, porque llegó un momento en que, por ejemplo, no podíamos cambiarnos todo el equipo de protección, así que te lavabas las manos y veías a otro paciente, pero con la misma bata, las mismas gafas…, tuvimos que poner a tres pacientes compartiendo una habitación que suele ser para dos…Adaptándonos para dar la mejor atención”. Ahora afirma con alivio, “ya se han podido vaciar algunos de esos controles de los que te hablaba antes”.
Médicos con COVID
José Manuel Ruiz no sólo habla del virus desde fuera, también él lo ha padecido. “Empecé a ver COVID y a los diez días estaba infectado”, no sabe si fue en el hospital o fuera, lo cierto es que tuvo que irse a casa, a pasar su cuarentena y a curarse, antes de volver, porque eso lo tenía muy claro, quería volver. Y en esa etapa empezó otro tipo de angustia. La de haber contagiado a la familia, a su mujer o a sus dos hijos. Al poco, su hija de 15 años empezó con fiebre. “Tratas de analizar…, la edad y las probabilidades de que se complicara no eran muchas…, pero te asustas”. Su hijo también tuvo síntomas, aunque leves. Su mujer nada. Dos semanas en casa, y tras comprobar que estaba ‘limpio’, volvió a su trabajo. Un trabajo que le gusta por lo que aporta a otros, pero que también le genera mucho estrés. “Estás todo el día hablando del COVID, con los enfermeros, los pacientes…, te saturas, así que tomé una decisión y es que al llegar a casa he dejado de ver telediarios para poder desconectar”.
Clave la respuesta inmunológica
Ruiz explica que cuando hay una infección, el sistema inmunológico responde para poder controlarla, pero en este caso, en la segunda semana, “nos encontramos con que a veces la respuesta inmunológica no se para” y lejos de defender al organismo, lo daña, “es la que pone enfermo al paciente”. En la mayoría de los afectados por COVID, “esta respuesta ‘para’ y se curan, en otros casos no, y es ahí donde hay que aplicar fármacos para inhibirla”. De momento, se intenta con medicamentos que se han utilizado para otras enfermedades infecciosas como la malaria o el VIH y en muchos casos resultan eficaces, pero no siempre. Son tratamientos sobre los que no hay evidencia científica de que funcionen con el COVID-19, pero sí “sensación de que están funcionando, por lo que vemos”, dice Ruiz, quien reconoce que “nos manejamos con nuestra experiencia, leyendo mucha literatura médica y con la experiencia de otros países como China o los italianos”.
En esa segunda semana de la enfermedad hay pacientes que empiezan a requerir oxígeno y en sus análisis de sangre se comienza a ver como se trastocan ciertos factores, es el momento de empezar a actuar. Reconoce que no se puede predecir “la respuesta inmunológica de cada paciente”, pero sí es cierto que “cuanto antes nos adelantemos a esa respuesta inmunológica, mejor”. Sobre la recta final de la curación, destaca que una persona que ha tenido COVID-19 deja de infectar cuando ha pasado ya dos pruebas de PCR y son negativas, “ahí ya no infectas a nadie”.
“Lo que va a pasar con el COVID-19 nadie lo sabe realmente”
Afirma que este virus tiene un gran parecido con el que ya vivimos en 2002, el SARS, por lo que, aventura, podría desaparecer en la próxima estación, pero también podría ocurrir que se convirtiera en algo estacional y repuntase en otoño-invierno, “lo que va a pasar con el COVID-19, nadie lo sabe realmente”.
Sobre la ansiada vacuna, Ruiz recuerda que el trabajo previo es largo y que probablemente hasta un año o año y medio no habrá. Lo positivo, indica, son los trabajos que dicen que genéticamente es un virus bastante estable, en lo que a mutaciones se refiere, y esto es bueno para la vacuna.
Y cuando acabe el confinamiento…
“Me da cierto miedo pensar qué va a pasar cuando las medidas de confinamiento bajen, porque hay que tener en cuenta que aproximadamente el 10% de estos pacientes necesitan camas UCI”. Ruiz cree que la realización de test para determinar si una persona esta contagiada es muy importante. “Deberían hacerse para conocer la situación real” y para que la persona enferma se aísle y no contagie más.
Cuando empiece a abrirse la mano con el confinamiento, la responsabilidad recaerá, en gran medida, en nuestros hábitos diarios. Continuar lavándonos las manos, guardar la distancia de dos metros, usar mascarilla quien tenga “clínica respiratoria”, evitar concentraciones, si tenemos problemas respiratorios, síntomas sospechosos de coronavirus, acudir al médico y no estar en contacto con otros o una buena desinfección de los objetos y ropa, recuerda el doctor.
José Manuel Ruiz es optimista a pesar de todo lo que ha visto y ha pasado en este tiempo de coronavirus. “Yo creo que de esto sí se sale. Todavía queda, pero se sale. Además, hemos aprendido de cómo ha ido la cosa y para la próxima estaremos mejor preparados”.