El caballero de La Fonteta
Martín Labarta se marcha al cielo de los hombres buenos, dejando para la eternidad un legado humano y profesional ejemplar
Valencia
Cuando todo esto pase, Valencia Basket -uno de esos clubes que cuidan especialmente los pequeños detalles- despedirá con honores al que fue su delegado de campo durante 26 años. Pero, sobre todo, dirá adiós de la forma merecida a la persona, a Martín. Uno de esos hombres que dejan huella, enseñando el camino de la educación, la empatía y el altruismo a generaciones posteriores. Todas las niñas y niños que nazcan al baloncesto durante las próximas décadas y no hayan tenido el placer de conocerle deberían saber quién fue. Quizá por ello el lugar más adecuado para recordarle eternamente sea l'Alqueria del Basket.
No hay una sola persona en todo el planeta baloncesto que no hable maravillas de Martín. Desde Sergio Llull o Víctor Luengo a Josean Querejeta, pasando por Pedro Martínez o el chaval que va dentro de la mascota del Montakit Fuenlabrada. Qué decir del estamento arbitral. Por mal que estuviera el trío de colegiados en pista, por mucho que La Fonteta pitara o gritara contra ellos, ahí estaba el señor Labarta. Siempre cercano, afectuoso, quitándole hierro al malestar del respetable, con las palabras adecuadas para edulcorar situaciones muy desagradables. Era el primero en recibirles y el que les acompañaba hasta la furgoneta aparcada en el parking de la calle Bombero Ramón Duart horas después de la conclusión del partido. Esa proximidad gana partidos, ayuda a levantar títulos. Por supuesto que sí. Pero, fundamentalmente, dignifica a los clubes que, como le sucedió a Valencia Basket, tienen la suerte de contar con empleados así.
Puedo sentir la tristeza que deben estar experimentando hoy Rafa Martínez, Roberto Íñiguez, Víctor Luengo, Bernard Hopkins, Nacho Rodilla o Sam Van Rossom. La misma pena que tardarán en superar personas más anónimas pero igualmente importantes en el pabellón como Alfonso Castilla, Esteban Gallego, Paco Raga, Jesús Villarreal, Chechu Mulero o José Puentes. Y, junto a ellos, el resto de jugadores, técnicos y empleados que han pasado por La Fonteta desde mediados de los noventa. Todos, sin distinciones, le consideraban como lo que era, el amigo cercano que siempre estaba ahí, para escuchar, para ayudar, para tender la mano en todo tipo de situaciones.
Jamás olvidaré sus recibimientos en los pasilllos de cualquier pabellón del mundo. Porque Martín Labarta siempre llegaba antes que los periodistas. Y eso que nosotros somos madrugadores. Al pasar el umbral del acceso de prensa, ahí estaba mi amigo. El tupé inmaculado, el nudo de la corbata mejor que el de James Bond, la insignia de Valencia Basket en la solapa. Mirada limpia, directa a los ojos y firme apretón de manos. "¿Qué tal todo, chaval? ¿Cómo van esos Lakers". Hoy triste, Martín. No te lo voy a negar. Hoy, sin ti, el mundo es menos bonito.
Fran Guaita
Jefe de Deportes en Radio Valencia y director de SER Deportivos Valencia